Ver. 16. Que su corazón no sea engañado - Corrían el peligro de ser seducidos a imitar a sus vecinos, por los engañosos colores que ponían en su idolatría; como, la antigüedad de la misma, el consentimiento universal, la pretensión de dirigir su adoración al Dios supremo, y que disfrutaban de temporadas fructíferas y otras bendiciones temporales, como recompensa por su adoración.

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