Ver. 16-19. No tentaréis al Señor, etc. — Él les había advertido, ver. 12 contra el pecado de ingratitud y olvido de Dios, al cual podrían ser tentados por la prosperidad: aquí les advierte contra el vicio al que estaban expuestos desde el otro extremo, la adversidad; a saber, desconfianza en la Providencia y murmuración contra Dios, que con justicia se denomina tentar a Dios; porque está poniendo en duda su bondad y veracidad. En las primeras palabras del versículo dieciocho, tenemos la verdadera definición de buenas obras, y una que debería ser la única regla de nuestra conducta; es decir, la voluntad de Dios, y no los caprichos y decisiones de nuestra propia voluntad.

REFLEXIONES.— 1º, Moisés está solícito en aprobar su propia fidelidad a los israelitas, e inculcarles todo mandamiento que ha recibido del Señor; y les encarga que se los transmitan a los hijos de sus hijos, viendo que de la observancia religiosa de ellos dependía su bienestar en el tiempo y en la eternidad. Y comienza con el temor de Dios, porque el temor filial es el mejor preservador de la caída. Nota; (1.) Los padres tienen una carga terrible, y grande será su culpa si la descuidan. (2.) Caminar en el temor de Dios es la manera de agradarle. (3.) Los que caminan en su miedo no necesitan temer nada más; porque Dios se encargará de ellos y los proveerá en abundancia.

2º, Conocer al Dios verdadero es vida eterna; porque no podemos conocerlo sin amar, ni amar sin deseo y deleite de agradarlo. Por tanto, 1. Moisés les enseña lo que es Dios. Uno en esencia, en oposición a los dioses muchos y señores muchos de los paganos; el autoexistente, eterno, omnipotente Jehová, junto al cual no hay ni puede haber otro. Feliz el hombre que lo tiene por Dios. 2. Les urge el deber que le deben, amarlo con todo el corazón: este es el primer y gran mandamiento, y contiene todos los demás; porque entonces no podemos sino deleitarnos en lo que manda y confiar en lo que promete; y es el más digno de nuestro más cálido afecto, ya que en sí mismo es tan trascendentemente excelente y tan asombrosamente bondadoso con nosotros: bien puede desafiar nuestro corazón, todo nuestro corazón; con sinceridad, que no conoce reservas; con supremo cariño, que no admite rival; con ardor más fuerte que la muerte, y con permanencia igual a los días de la eternidad. ¡Señor! derramado en el exterior tal amor en nuestros corazones. 3.

Los medios prescritos para mantener y acrecentar este amor en sus corazones: almacenar las palabras de Dios en su mente y memoria, instruir a sus hijos en ellas, inculcándoles frecuentemente los mandamientos; y convertirlos en materia de constante conversación diaria para su mutua edificación. Nota;(1.) La palabra de Dios debe leerse con seriedad todos los días. (2.) Debemos emplear nuestro corazón en meditar sobre ello, para que podamos digerirlo interiormente para el alimento de nuestra alma. (3.) Deberíamos deleitarnos en convertirlo en el tema de nuestro discurso; no para discutir sobre lo abstruso, sino para edificarnos en el amor y la obediencia a lo evidente y claro. (4) Debemos tener especial cuidado, desde el principio, para familiarizar a nuestros hijos y siervos con el conocimiento invaluable que es el único capaz de hacerlos sabios para la salvación. 4. Tal atención a los mandamientos de Dios evitaría que se olviden de Dios en un día de prosperidad. Iban a una tierra de abundancia, y tristemente el corazón es apto para ser corrompido por la comodidad y la opulencia.

Nota; Ningún estado tan peligroso para el alma, ninguno exige mayor temor y temblor, que cuando el mundo sonríe, la abundancia nos rodea y toda bendición terrenal tienta al corazón idólatra a tomar su descanso abajo. 5. El temor de Dios debe estar ante sus ojos, y su servicio su feliz libertad. No debe entrar en sus bocas ninguna mención de dioses ídolos; pero cuando juran, debe ser una apelación al Dios verdadero y único que escudriña el corazón. Dado que su gran peligro siempre radicaba en sus vecinos idólatras, deben evitar con cuidado perseguir a sus dioses; porque eso infaliblemente traería sobre ellos la ira de Dios para consumirlos. Nota;(1.) Un juramento es una apelación a Dios, y debe hacerse en su nombre: es el colmo de la profanación jurar por cualquier otro. (2.) Un temor celoso sobre nosotros mismos es la forma de evitar provocar a un Dios celoso.

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