Amán dijo además, sí, Ester, etc.: Ateneo lo menciona como un honor peculiar, que ningún griego había tenido antes o después, que Artajerjes se dignó invitar a Timagoras el cretense a cenar incluso en la mesa donde comían sus parientes, y enviar a veces una parte de lo que se sirvió por su cuenta; que algunos persas consideraban una disminución de su majestad y una prostitución del honor de su nación.

Plutarco, en su Vida de Artajerjes, nos dice que a nadie más que a la madre del rey y su verdadera esposa se les permitió sentarse a su mesa; y por eso lo menciona como una condescendencia en ese príncipe que a veces invitaba a sus hermanos; de modo que este favor en particular era un asunto sobre el que Amán tenía alguna razón para valorarse.

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