EL LIBRO DEL PROFETA EZEQUIEL.

Se dice que este profeta fue llevado cautivo como un niño. Era hijo de Buzi, de la casa de Aarón, y por lo tanto era sacerdote y profeta. Fue llevado cautivo a Babilonia con Jeconías, y fue uno de los que se establecieron cerca del río Quebar. Comenzó su oficio profético en el quinto año después de su cautiverio, y continuó profetizando unos veinte años; desde el año del mundo 3409 al 3430.El propósito principal de sus profecías era consolar a sus hermanos del cautiverio en Babilonia, y convencerlos de que estaban equivocados al imaginar que los hermanos que quedaban en Judea se encontraban en circunstancias más felices que ellos: y con este propósito describe esa terrible escena de calamidades que Dios tenía la intención de traer sobre Judea; la destrucción final de Jerusalén; la apostasía universal de los habitantes; las plagas que se infligirían a sus enemigos; la restauración de los judíos y la venida del Mesías.

Se dice que la libertad con que trata la idolatría de sus compatriotas irritó tanto al jefe de ellos, que le dio muerte; y en el tiempo de Epifanio, era una opinión corriente, que sus restos fueron depositados en el mismo sepulcro con los de Sem y Arfaxad, que su tumba estaba entonces a la vista, y que los judíos tenían una lámpara encendida en ella; quienes también pretendían tener esta profecía escrita por la propia mano del profeta, la cual leían todos los años el día de la expiación. Consulte el prefacio de Calmet a este libro.

Nunca se ha dudado de la originalidad de los escritos que tenemos bajo el nombre de Ezequiel; y tienen todas las marcas posibles de verdad y autenticidad. Ezequiel, dice el obispo Lowth, es inferior a Jeremías en elegancia, pero es igual a Isaías en sublimidad, aunque en una especie diferente de lo sublime. Es audaz, vehemente, trágico y se ocupa mucho de la amplificación: sus sentimientos son elevados, animados, conmovedores y llenos de indignación. Sus imágenes son fértiles y magníficas. Su dicción es sonora, grave, austera, tosca y, a veces, inculta. Abunda en repeticiones, no por belleza o gracia, sino por vehemencia e indignación. Cualquiera que sea su tema, lo mantiene siempre en su ojo, sin la menor desviación, y está tan ocupado con él, que apenas tiene en cuenta el orden o la conexión. En otras cosas, tal vez sea superado por los otros profetas; pero en esa especie por la que estaba particularmente convertido, es decir, en fuerza, impetuosidad, peso y grandeza, ningún escritor lo igualaba jamás.

Su dicción es bastante clara; casi toda su oscuridad surge de sus súbditos. Sus visiones son particularmente oscuras; que sin embargo, como en Oseas, Amós y Zacarías, se entregan en una narración sencilla e histórica. La mayor parte de este libro, pero especialmente la mitad, es poética; si consideramos el asunto o el idioma. Pero algunos pasajes son tan toscos y sin pulir que con frecuencia no sabemos a qué tipo de escritura debemos referirnos. En cuanto al estilo, continúa el obispo, se puede colocar a Isaías, Jeremías y Ezequiel en el mismo rango entre los hebreos, como lo tienen Homero, Simónides y Esquilo entre los griegos. Véase su 21 st prelección, y notas de Michaelis, p. 110.Los judíos no permitieron que nadie leyera a este profeta, al menos al principio de su libro, hasta que cumplieron los treinta años; y con frecuencia le han hecho grandes objeciones desde la oscuridad de sus profecías; que parecen haber surgido más bien de su propia ignorancia, que de cualquier otra causa. Ver más sobre él en Calmet, y Bibliotheque Orientale de D'Herbelot, p. 942.

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