Jeremías lamenta la miseria de Jerusalén; se queja de ello a Dios.

Antes de Cristo 588.

EL profeta da un melancólico detalle de los espantosos efectos de la ira divina en la subversión de la constitución civil y religiosa de los judíos, y en esa extrema miseria y angustia, a la que los individuos de todas las denominaciones quedaron reducidos. Él representa la miseria de su país como sin paralelo, y acusa a sus profetas de haberla traicionado a la ruina con sus sugerencias falsas y halagadoras. Describe el asombro de los pasajeros al ver la desolada condición de Jerusalén. La llaman para implorar la compasión de Dios por la eliminación de esos duros juicios que, en el colmo de su disgusto, él le había provocado.

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