Las mujeres ministran a Cristo de su sustancia. Cristo, después de haber predicado de un lugar a otro, asistido por sus apóstoles, propone la parábola del sembrador y del cirio; declara quiénes son su madre y sus hermanos; reprende a los vientos; arroja la legión de demonios del hombre a la piara de cerdos; y es rechazado por los gadarenos; sana a la mujer de su flujo de sangre; y resucita de la muerte a la hija de Jairo.

Anno Domini 30.

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