Un niño — al Señor— Grocio observa juiciosamente, que las palabras al Señor se agregan aquí para hacer que los hebreos sean más sensibles a que era al Dios verdadero lo que ahora debían ofrecer, y no a la luna; de cuyo planeta, el cabrito, con sus dos cuernos, siendo un emblema, fue elegido, pues, para un sacrificio: Dios reclamando así para sí lo que la idolatría había santificado supersticiosamente.

REFLEXIONES.— 1. El día de reposo se duplicaba el sacrificio diario con sus ofrendas; insinuándonos la necesidad de mejorar estos días santos, asistiendo repetidamente a la casa de Dios, y con doble diligencia en los ejercicios de conversación religiosa, meditación, oración y alabanza. En las lunas nuevas, además del sacrificio diario, se ofrecían dos becerros, un carnero y siete corderos, con sus diversas ofrendas y libaciones, y un macho cabrío como expiación. Incluso cuando estamos ofreciendo sacrificios de alabanza y acción de gracias, es la ofrenda por el pecado de nuestro Divino Señor ofrecida una vez, lo que hace que todos nuestros servicios sean agradables a Dios.

Nuestros mejores sacrificios en sí mismos necesitan esta expiación. 2. En los siete días después de la Pascua, era la fiesta de los panes sin levadura; el primero y el último fueron días de santa convocación; y todos los días de los siete, se repitieron los mismos sacrificios que en la luna nueva. No necesitan resentir el número o el valor de sus sacrificios, cuando consideraron la liberación que conmemoraron. Un alma liberada por Jesucristo de la esclavitud de la corrupción cree que nunca podrá expresar lo suficiente su gratitud a su Redentor.

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