Porque pecó por los muertos, es decir, contrajo una impureza legal al tocar o estar cerca de un cadáver; lo cual, aunque fue involuntario, fue una violación de la ley ceremonial y, por lo tanto, debía ser purgado. La razón de esto era, según los rabinos más juiciosos, hacer que los hombres fueran más cautelosos en la forma en que contraían cualquier contaminación: de ahí ese famoso dicho entre ellos: La diligencia engendra cautela, y la precaución pureza y pureza santidad.

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