Verso Éxodo 29:30. Siete días. El sacerdote en su consagración debía permanecer siete días y noches a la puerta del tabernáculo, velando por el Señor.  Ver Levítico 8:33,

El número siete es lo que se llama entre los hebreos un número de perfección y se utiliza a menudo para denotar la terminación, el cumplimiento, la plenitud o la perfección de una cosa, ya que este período contenía todo el curso de aquel tiempo en el que Dios creó el mundo, y señaló el día de descanso. Como este acto de consagración duraba siete días, significaba una consagración perfecta y daba a entender al sacerdote que todo su cuerpo y su alma, su tiempo y sus talentos, debían dedicarse al servicio de Dios y de su pueblo.

El número siete, que era un número sagrado entre los hebreos, fue transmitido de ellos a los griegos por medio de la filosofía egipcia, de la que tomaron prestados la mayoría de sus misterios; y es muy probable que la opinión que dan los griegos sea la misma que tenían los creadores originales de la idea. Que había alguna idea mística vinculada a ella, es evidente por el hecho de que se convirtió en el número de la perfección entre los hebreos. Filón y Josefo dicen que los esenios, una antigua secta de los judíos, lo consideraban sagrado "porque resulta del lado de un cuadrado sumado a los de un triángulo". Pero, ¿qué significado tiene esto? Un triángulo, o tríada, según los pitagóricos, que tomaron prestados sus sistemas de los egipcios, que a su vez tomaron prestados de los judíos, era el emblema de la sabiduría, ya que consistía en el principio (Mónada), el medio (Dúada) y el fin (Tríada propiamente dicha); así, la sabiduría consta de tres partes: experiencia del pasado, atención al presente y juicio del futuro. También es la más penetrante de todas las formas, por ser la forma de la cuña; y la indestructibilidad es esencial para ella, ya que un triángulo nunca puede ser destruido. Por estas tres propiedades era el emblema del espíritu. El cuadrado, el sólido y la tétrada, por el mismo sistema eran signos intercambiables. Ahora bien, un cuadrado es la representación de un sólido o materia, y así el número siete contiene en sí mismo las propiedades tanto del triángulo o sólido, como del cuadrado o tétrada, es decir, es todo un emblema del cuerpo y del espíritu; comprende tanto el mundo intelectual como el natural; abarca la idea de DIOS, el jefe de los espíritus o esencias; y toda la naturaleza, el resultado de su poder; por tanto, un emblema muy adecuado de la perfección. Es quizás de esta manera que debemos explicar lo que CICERO, Tusc. Quest., lib. i., cap. 10, dice del número siete, donde lo llama el nudo y el cemento de todas las cosas; como siendo aquello por lo cual el mundo natural y el espiritual están comprendidos en una sola idea. Así hablaban los antiguos filósofos de los números, siendo ellos mismos los mejores jueces de su propio significado.

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