CAPÍTULO XXIV

Se ordena al profeta que declare los terribles juicios de

Dios contra los pastores avaros de Israel, que se apacientan

a ellos mismos, y no a sus rebaños; estas palabras a los sacerdotes

y los levitas están destinadas, quienes en el tiempo de Ezequiel eran muy

corruptos, y fueron la causa principal de la apostasía y ruina de Israel ,

1-10.

De este tema sombrío el profeta pasa a la bienaventuranza

del verdadero Israel de Dios bajo el reinado de DAVID, el Gran

gran pastor de las ovejas, de cuyo príncipe toma el nombre 

nuestro Señor Jesucristo.

Este príncipe es una figura muy frecuente en los oráculos

sagrados, donde se usa el tipo por el antitipo, 11-31.

NOTAS SOBRE EL CAP. XXIV

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