Joel 2:29

Versículo 29. Y también sobre los siervos y sobre las siervas. Los dones de enseñar e instruir a los hombres no estarán restringidos a ninguna clase u orden de personas. Él llamará y calificará a los hombres de su propia elección; y los tomará de todos los rangos, órdenes, grados y oficios de la sociedad. Y derramará sobre ellos su Espíritu, y serán dotados de todos los dones y gracias necesarios para convertir a los pecadores y edificar la Iglesia de Cristo sobre su santísima fe.

Y esto Dios lo ha hecho y lo sigue haciendo. Dejó la línea de Aarón, y tomó a sus apóstoles indistintamente de cualquier tribu. Pasó por alto el orden regular del sacerdocio y las escuelas públicas de los doctores más célebres, y tomó a sus evangelistas de entre los pescadores, los fabricantes de tiendas e incluso los recaudadores de impuestos romanos. Y, por último, pasó por alto las tribus judías, tomó a los gentiles conversos y los convirtió en predicadores de la justicia a los habitantes de toda la tierra. La misma práctica continúa hasta el día de hoy; sin embargo, no pasó por alto a un hombre educado a los pies de Gamaliel, como tampoco lo haría ahora con un hombre educado en un célebre seminario de enseñanza. Él es siempre libre de usar sus propios dones, a su manera; y cuando la erudición es santificada, al ser dedicada al servicio de Dios, y el poseedor es humilde y piadoso, y tiene esos dones naturales necesarios para un maestro público, tal vez podríamos decir con seguridad, Dios en muchos casos preferiría a tales: pero tendrá otros, como se insinúa en la profecía, para que podamos ver que la conversión de los hombres no es por la fuerza humana, ni el poder, sino por el Espíritu del Señor de los ejércitos. El sabio no puede hacer nada sin su Espíritu; el ignorante debe tener sus dones y gracias, sin los cuales sus trabajos serían inútiles; y así la excelencia del poder es de Dios, y ninguna carne puede gloriarse en su presencia. Véase mi sermón sobre este pasaje.