¿No quitó el mismo Ezequías sus lugares altos y sus altares, y mandó a Judá y a Jerusalén, diciendo: Adoraréis delante de un altar y quemaréis incienso sobre él?

(g) Por lo tanto, los malvados no distinguen entre la religión verdadera y la falsa, entre Dios y los ídolos: porque Ezequías sólo destruyó la idolatría y la reemplazó con la religión verdadera. Así los papistas calumnian a los siervos de Dios: porque cuando destruyen la idolatría, dicen que abolen la religión.

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