Ahora, pues, no os engañe Ezequías, ni os persuada de esta manera, ni le creáis todavía; porque ningún dios de ninguna nación o reino ha podido librar a su pueblo de (i) mi mano y de la mano de mis padres. ¿Cuánto menos tu Dios te librará de mi mano?

(i) Cuando el hombre tiene prosperidad, se llena de orgullo y se cree capaz de resistir y vencer incluso a Dios mismo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad