Y subió el rey a la casa de Jehová, y todos los varones de Judá, y los habitantes de Jerusalén, y los sacerdotes, y los levitas, y todo el pueblo, grandes y pequeños; y leyó en su escucha todas las palabras del libro del pacto que fue hallado en la casa del SEÑOR.

(s) Aunque ni los jóvenes ni los viejos podían estar exentos de las maldiciones contenidas en él, si transgredían, él sabía que pertenecía a todos y era su deber que se leyera a todos, para que todos pudieran aprender a evitar esos castigos mediante sirviendo a Dios correctamente.

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