Y vienen a ti como viene el pueblo, y se sientan delante de ti [como] mi pueblo, y oyen tus palabras, pero no las hacen; porque con su boca muestran mucho amor, [pero] su el corazón va tras su codicia.

(q) Esto declara que debemos escuchar la palabra de Dios con tal celo y afecto que debemos obedecerla en todos los aspectos, de lo contrario abusamos de la palabra para nuestra propia condenación y hacemos de sus ministros como si fueran bufones para servir las tontas fantasías de los hombres. .

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