Aparece en el encabezamiento del Sal. 22, y significa «la cierva de la aurora». Bien pudiera referirse proféticamente a la resurrección del Señor después de la cruz. El Targum explica esta expresión como significando «la oblación matinal del cordero». Si esto es correcto, la ofrenda del cordero se halla en acusado contraste con «los toros de Basán», rugiendo como leones, y con los perros que rodearon a la paciente víctima del salmo. La moderna crítica no ve otra cosa en estas palabras que el nombre de alguna música con la que se cantaba este salmo.


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