(heb. «emori» = montañés).

Una tribu o nación que descendía de Canaán, cuarto hijo de Cam, el más joven hijo de Noé (Gn. 10:16). Grupos de ellos moraban en Hazezontamar, o En-gadí, al oeste del mar Muerto, y fueron atacados por Quedorlaomer en los días de Abraham (Gn. 14:7). En aquel entonces, la iniquidad de los amorreos no había llegado aún a su colmo (Gn. 15:16, 21). Siendo la tribu más dominante y la gente más corrompida, algunas veces son tomados como representantes de los cananeos en general (Gn. 15:16; 1 R. 21:26). Estando Abraham en Hebrón, algunos se confederaron con él (Gn. 14:13). Así vemos a un remanente de entre las naciones asociado con el heredero de la promesa, aunque Lot (un tipo del Israel en la carne) se había separado de él.

Cuando Israel, después del éxodo, se acercaba a la tierra prometida, ellos habían extendido sus dominios hacia el Este, y rehusaron dejar paso a los israelitas; fueron vencidos, sus ciudades tomadas, y el pueblo pasado a cuchillo, juntamente con Sehón, el rey de ellos (Nm. 21:21-26; Dt. 2:24; Am. 2:9, 10). Algunos deben haber escapado, porque leemos más tarde acerca de ellos; una de las controversias de Jehová con Israel fue debido a que adoraban a sus falsos dioses (Esd. 9:1, 2). Salomón los hizo tributarios (1 R. 9:20, 21; 2 Cr. 8:7, 8). Los gabaonitas eran un resto de los amorreos (2 S. 21:2). Después de esto, nada más se oye de ellos. Se describe la baja posición de Jerusalén (Judá) por naturaleza presentando su origen, habiendo sido su padre amorreo, y su madre hetea, pero en Su gracia Dios tuvo compasión de ella en su degradación, y la levantó a gran gloria; dolorosamente, ella se mostró vergonzosamente infiel (Ez. 16:3-43).


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