= «el firme».

Varios son los reyes de este nombre que reinaron sobre Siria y aunque no se mencionan por su nombre en las Escrituras, aparecen algunos de ellos en la profecía de Daniel (Dn. 11). El más conocido de ellos es Antíoco IV Epifanes, que sucedió a su hermano Seleuco IV Filopáter, que fue envenenado por Heliodoro. Heliodoro fue a su vez muerto por Antíoco IV, que arrebató el trono al heredero legal, hijo de su hermano (Dn. 11:21). Reinó del 175 al 164 a.C.

Como resultado de su derrota ante los romanos en Egipto, volvió a Jerusalén a proseguir la obra de devastación que ya había iniciado antes. Ordenó la matanza de todos los hombres y la venta como esclavos de mujeres y niños. Estas órdenes fueron cumplidas parcialmente. Los muros fueron derruidos y la ciudad saqueada, y erigió en el templo una estatua a Júpiter Olímpico, ofreciéndose sacrificios a este dios sobre el altar. Flavio Josefo ofrece amplia información sobre estos sucesos (Ant. 12:5, 3, etc.; Guerras. 1:1, 1-5). Le sucedió Antíoco V, que no ejerció dominio sobre Judea.


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