Palabra aramea («bene-regesh») que significa «hijos del trueno» y fue aplicada por Jesús a Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo (Mr. 3:17), cuando les escogió para ser apóstoles suyos. Jerónimo suponía que este apodo se refería a su fiera elocuencia, y otros lo han atribuido a su vengativa disposición (Lc. 9:52-55 y Mr. 9:38), así como a su orgullo, citando la pretensión de su madre de que fueran en el reino los ministros del Señor (Mt. 20:23-24). Se ha sugerido que antes de su conversión hubiesen sido zelotas revolucionarios, pero no hay prueba de ello.


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