En Israel el homicidio estaba penado con la muerte. La única exención estaba en el homicidio involuntario. Para la protección del homicida involuntario se señalaron seis ciudades de refugio, tres a cada lado del Jordán, a donde debería huir todo el que hubiera dado muerte, involuntariamente, a alguien. Fueron dadas a los levitas, y los ancianos de estas ciudades debían determinar si la muerte había sido causada por accidente o no; en caso afirmativo, el vengador de la sangre no estaba autorizado a dar muerte al homicida. Sin embargo, éste debía permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote; sólo después podía volver a sus posesiones. Si salía de la ciudad antes de ello, y el vengador de la sangre le hallaba, éste podría darle muerte (Nm. 35:6-32; Jos. 20:2-9; 21:13-38; 1 Cr. 6:57, 67).

Las ciudades de refugio al oeste del Jordán eran:

Cedes, en el monte de Neftalí, en Galilea;

Siquem, en el monte de Efraín y

Quiriat-arba (Hebrón), en el monte de Judá.

Al este del Jordán fueron:

Beser en el desierto perteneciente a la tribu de Rubén;

Ramot de Galaad, de la tribu de Gad; y 

Golán de Basán, de la tribu de Manasés (Jos. 20:7-8).

Se ha calculado que la distancia entre cada una de estas ciudades estaba alrededor de los 110 kilómetros, de manera que la máxima distancia desde cualquier punto a una de estas ciudades sería de 55 kilómetros.


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