Este término no figura en el AT, pero fuera de Israel la crucifixión era un suplicio común a diversos pueblos de la antigüedad. (Véase CRUCIFIXIÓN).

Se ve del relato de la crucifixión que la cruz era de madera (Col. 2:14), pesada, pero que un hombre robusto podía portar (Mt. 27:32; Mr. 15:21; Lc. 23:26; Jn. 19:17); es por ello dudoso que tuviera las inmensas dimensiones con que aparece en ciertas representaciones artísticas.

Era levantada antes o después de haberse fijado en ella la víctima, aunque es probable que en la mayor parte de los casos fuera antes. Los tres principales tipos de cruz son:

(a) La cruz llamada generalmente cruz de San Andrés, que tiene forma de X.

(b) Una cruz análoga a la letra T.

(c) La cruz que conocemos en forma de puñal.

Es probable que la cruz de Cristo tuviera la forma del tipo (c), como comúnmente se representa artísticamente, por cuanto permitía mejor que las otras la fijación, en la parte superior, de un cartel con el nombre, el título, y el crimen del reo (Mt. 27:37; Mr. 15:26; Lc. 23:38; Jn. 19:19). Hasta la muerte de Cristo, e incluso después, la cruz suscitó el horror y la repulsión, como sucede en nuestros días con el cadalso (Jn. 19:31; 1 Co. 1:23; Gá. 3:13; Fil. 2:8; He. 12:2; 13:13).

Llevar la cruz significa así incurrir en el oprobio y las calumnias.

Después de la crucifixión, los discípulos más ardientes asumieron una actitud totalmente diferente a este respecto. Pablo se gloriaba de la cruz de Cristo (Gá. 6:14), lo que significaba, para el apóstol, el perdón de los pecados gracias a Cristo, la muerte y resurrección con Él (Ef. 2:16; Col. 1:20). Jesús mismo empleó la cruz en sentido figurado y espiritual (Mt. 10:38; 16:24).

Antes de la era cristiana, los caldeos, fenicios, egipcios, y numerosos pueblos de oriente, empleaban la cruz bajo una u otra forma, como símbolo sagrado.

Los españoles la descubrieron en el siglo XVI entre los indios de Méjico y de Perú, pero con un significado totalmente distinto al que tiene para nosotros.


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