(heb. «rãqîa»).

El término hebreo significa una extensión inconsistente (Gn. 1:6), y se corresponde bien con el término espacio (cp. el término «abierta expansión de los cielos» en Gn. 1:20, RVR). La traducción «firmamento», que aparece en muchas versiones, es un desafortunado desliz de pluma de Jerónimo en la versión Vulgata.

Aristóteles y los clásicos imaginaban que el cielo era una esfera sólida. Sin embargo, no es este el concepto que hallamos en la Biblia, excepto en lenguaje poético figurado (cp. Jb. 26:11; 2 S. 22:8, y contrastar en cambio con Jb. 26:7). (Véanse CIELO, CREACIÓN).


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