Las fiestas de Jehová, instituidas bajo la ley dada por Moisés, tienen un carácter de conmemoraciones, o de asambleas de la congregación, para celebrar tratos especiales del Señor, y en consecuencia dispensaciones especiales en la historia de su pueblo, y reciben el nombre de «convocaciones santas».

En Lv. 23 se da una lista de las fiestas anuales. La primera que se menciona es el Sábado. Si entra el sábado en el cómputo, considerando la Pascua y la Fiesta de los panes sin levadura como una, se tienen «siete» fiestas en total, el número perfecto. Si no se incluye el sábado, por cuanto era una fiesta semanal, el reposo de Dios, sobre la que las otras se basaban, la Pascua y la Fiesta de los panes sin levadura pueden contarse como dos, y sigue siendo siete el número de fiestas. Es indudable que estas siete fiestas tipificaban las multiformes bendiciones desde la cruz hasta el milenio.

Tipológicamente, se pueden presentar de la siguiente manera:

El Sábado (Lv. 23:1-3).

14 de Abib: La Pascua (Lv. 23:5).

15 de Abib: Fiesta de los panes sin levadura (Lv. 23:6-8).

Antitipo: «Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros»; es el cumplimiento de la primera parte de estas dos fiestas tan íntimamente ligadas. «Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad» (1 Co. 5:7, 8).

La gavilla de la primicia, de la cosecha de cebada. «El día siguiente del día de reposo» (Lv. 23:9-14).

Antitipo: La Resurrección. (Siete sábados de intervalo.)

Siván: Pentecostés. La Fiesta de las semanas: las Primicias, de la cosecha del trigo (Lv. 23:15-22).

Antitipo: Descenso del Espíritu Santo, formación de la Iglesia.

1 de Tisri: Fiesta de las trompetas (Lv. 23:23-25).

10 de Tisri: Día de la expiación (Lv. 23:26-32).

15 de Tisri: Fiesta de los tabernáculos: la vendimia (Lv. 23:33-44).

Antitipo: Despertamiento de Israel (Ez. 37); afligen sus almas (Zac. 12:10-14), recibiendo a su Mesías, y son introducidos a bendición en el milenio (Zac. 13:8-14:21; Ez. 36:22-38; 39:25-48).

Éstas son las que reciben el nombre de las «fiestas solemnes» (Nm. 29:39; 1 Cr. 23:31; 2 Cr. 31:3; Neh. 10:33). Se llaman también «santas convocaciones», por cuanto el pueblo se reunía para ofrecer las varias ofrendas, y tener así memoria de su asociación con el Dios viviente, a quien debían todas sus bendiciones. Para asegurar que esto se hacía al menos tres veces al año, había la obligación de que todos los varones capaces comparecieran ante el Señor tres veces anualmente, y que no debían ir de vacío. Estas ocasiones eran la Fiesta de los panes sin levadura (que indudablemente incluía la Pascua); la Fiesta de las semanas o de la siega; y la Fiesta de los tabernáculos o de la cosecha (Éx. 23:14-17; Dt. 15:16). Véase PASCUA, etc.

Se mencionan otras fiestas anuales que, aunque citadas en las Escrituras, no fueron patentemente ordenadas por Dios.

El 25 de Quisleu, la Fiesta de la Dedicación, instituida por Judas Macabeo cuando el templo volvió a ser dedicado después de haber sido profanado por Antíoco Epifanes, en el año 165 a.C. (Jn. 10:22).

La otra es la Fiesta de Purim, los días 14 y 15 de Adar, cuando los judíos fueron librados de la destrucción que había tramado Amán contra ellos (Est. 9:21, 26).

Bibliografía:

Anónimo: «Las siete fiestas de Jehová» (Editorial «Las Buenas Nuevas», Montebello, California 1968);

C. H. Mackintosh: «Levítico» (Editorial «Las Buenas Nuevas», Montebello, California 1956); 

J. A. Seiss: «Gospel in Leviticus» (Kregel Pub., Grand Rapids, Michigan 1860/1981).


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