«fortuna».

El séptimo hijo de Jacob y primero de Zilpa, la criada de Lea. Es poco lo que se sabe de Gad, excepto que tuvo siete hijos (Gn. 30:11; 46:16; 1 Cr. 5:11). En su bendición a sus hijos, Jacob dijo de Gad: «Ejército lo acometerá; mas él acometerá al fin» (Gn. 49:19). Moisés dijo: «Bendito el que hizo ensanchar a Gad; como león reposa, y arrebata brazo y testa. Escoge lo mejor de la tierra para sí, porque allí le fue reservada la porción del legislador. Y vino en la delantera del pueblo; con Israel ejecutó los mandatos y los justos decretos de Jehová» (Dt. 33:20, 21). Al partir de Egipto, la cantidad de los capaces de llevar armas en la tribu era de 45.650, pero al cruzar el Jordán, este número había disminuido en 5.000.

Al hallarse su territorio al este del Jordán, con Rubén y media tribu de Manasés, iban necesariamente a tener que soportar los primeros golpes de los enemigos que atacaran desde el este (1 Cr. 5:18-22). Eran una tribu belicosa, apropiada para mantener una posición tan expuesta. De los que se unieron a David se dice que eran «hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con escudo y pavés; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas» (1 Cr. 12:8-15). Jefté y Barzillai eran de esta tribu.

Gad poseía un gran distrito desde un punto un poco al norte del mar Muerto hasta la punta meridional del mar de Galilea, con una llanura muy fértil y apropiada para sus ganados y manadas, que incluía las tierras altas de Galaad. Las tribus al este del Jordán fueron las primeras en ser llevadas cautivas por el rey de Asiria en el año 740 a.C., tomando los amonitas posesión del territorio de Gad (1 Cr. 5:25, 26; Jer. 49:1).

Doce mil de esta tribu serán sellados en un día futuro para bendición (Ap. 7:5).

Su territorio en la restauración de Israel se hallará en la extremidad meridional de la tierra (Ez. 48:27).


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