Mateo 1:1-16 indica la descendencia directa de Cristo desde Abraham.

En Lc. 3:23-38 se halla su genealogía en sentido inverso, remontándose hasta Adán, y hasta Dios.

Mateo quiere probar el derecho legal de Cristo al trono de David y a las promesas del pacto que Dios había concertado con Abraham (Mt. 1:1).

Lucas, iniciando su genealogía con el Segundo Adán, el Hijo eterno y unigénito de Dios, remonta la genealogía hasta el primer Adán, hijo de Dios por creación (Lc. 3:38).

Parece que es para facilitar la memorización que Mateo, al citar el registro oficial, menciona tres veces catorce generaciones, con lo que hay 42 generaciones de Abraham a Jesús: 14 de Abraham a David, 14 de David a la deportación a Babilonia, y 14 desde esta deportación a Jesucristo. Para obtener esta simetría, se ha omitido la mención de los reyes Ocozías, Joás y Amasías entre Joram y Uzías en la segunda división. Pudiera ser que hubiera alguna omisión análoga en la última lista de 14 personas. Por su parte, Lucas enumera 41 nombres de David a Jesús, en tanto que Mateo da 28, o 31 si se añaden los tres monarcas citados. Si Salatiel y Zorobabel, mencionados por Mateo, son los mismos que aparecen en la lista de Lucas, cosa muy probable, se suscita el siguiente problema: Mateo da a Jeconías como padre de Salatiel, en tanto que Lucas da el nombre de Neri. En realidad, los dos evangelistas presentan, de David a Jesús, dos líneas diferentes, que divergen a partir de David. La primera pasa por Salomón, y la segunda por su hermano Natán. En el cuadro adjunto se pueden observar las diferencias entre ambas genealogías.

A estas divergencias se pueden dar dos explicaciones plausibles:

(A) La Iglesia primitiva pensaba mayoritariamente que estas dos listas dan la genealogía de José. Juliano el Africano (220 d.C.) fue el primero del que sepamos que estudió la cuestión. Su teoría es que Melqui (Juliano poseía una copia defectuosa) y Matán, los abuelos de José citados en las dos genealogías, se habían casado, uno después del otro, con la misma mujer. Así, Elí y Jacob serían medio hermanos, teniendo la misma madre, aunque diferentes padres. Elí se habría casado y, muerto sin dejar descendientes, Jacob, siguiendo la ley del levirato (Dt. 25:6), hubiera tomado la viuda de su hermano, engendrando para su hermano un hijo, José. Ésta sería la razón de que Mateo dice: «Matán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José», en tanto que Lucas declara: «José hijo de Elí, hijo de Matat». Admitiendo esta teoría, se puede resolver el problema con gran sencillez, admitiendo que la lista de Mateo menciona a los herederos legales al trono de David, en tanto que Lucas indica la ascendencia paterna de José. La línea de Salomón se extinguió con Jeconías, conocido también bajo el nombre de Joaquín (Jer. 22:29-30). El derecho a la sucesión pasa a la línea davídica colateral de Natán, hijo de David. Es Salatiel el representante de esta línea. Durante un corto período de tiempo, la descendencia real coincide con la ascendencia natural de José, pero después de Zorobabel las dos líneas divergen. La familia del primogénito, a quien correspondía el derecho de la sucesión al trono, acabó extinguiéndose, y los descendientes del menor adquirieron el derecho a la sucesión. Matat (en ocasiones identificado con Matán), que pertenecía a esta línea, vino a ser el heredero aparente. Se supone que tuvo dos hijos, Jacob y Elí. Jacob, el primogénito, no habría tenido hijos, sino probablemente una hija, la virgen María. Elí, el menor, tuvo un hijo, José; como Jacob no tenía ningún descendiente varón, José vino a ser el heredero de su tío y del derecho a la sucesión. El sentido entendido de la terminología genealógica permitía decir a Lucas: «José hijo de Leví». Esta es la primera teoría.

(B) Con la Reforma surgió otra concepción de las dos genealogías, que parece la más ajustada a la realidad. Según esta teoría, el registro de Mateo da la genealogía de José, presentándolo como heredero del trono de David, en tanto que Lucas expone la genealogía de María, mostrando que Jesús es el verdadero hijo de David. Para ello se presentan tres argumentos: Lucas declara categóricamente que Jesús no tuvo padre humano; en hebreo se emplea corrientemente el término «hijo» para designar a un descendiente incluso remoto; finalmente, en el texto se dice solamente que se creía que Jesús era hijo de José (Lc. 3:23). Según Lucas, Jesús es nieto de Elí el padre de María, y por ello descendiente directo de David.

La afirmación de Mateo, según la que Salatiel era hijo del rey Jeconías, en tanto que Lucas dice que era hijo de Neri, suscita un problema que no se relaciona solamente con esta segunda teoría, sino también con la primera. La solución pudiera ser muy sencilla: En el año 562 a.C., 25 años después de la caída de Jerusalén, era Jeconías quien, a pesar de su prolongado cautiverio, era reconocido virtualmente como rey de Judá (2 R. 25:27). Cuando fue deportado en el año 597 a.C., no tenía hijos. Era entonces relativamente joven, pero en 2 R. 24:8, 12, 15 no se mencionan niños entre los miembros de su familia. Jeremías había profetizado que no se sentarían hijos suyos en el trono (Jer. 22:30; cp. lo que se dice de su padre en Jer. 36:30). En Mt. 1:12 se dice: «Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel.» En todas las Escrituras, los pasajes paralelos armonizan. Las dos genealogías son inteligibles si este versículo de Mateo se entiende según el sentido amplio de una fórmula genealógica indicativa de la sucesión real legal. A la muerte de Jeconías, el derecho al trono pasó a Salatiel, descendiente directo de David. Bien podría ser que hubiera estrechos lazos de parentesco entre Jeconías y Salatiel. Si Jeconías no tuvo hijos, sino sólo una hija, el derecho de la sucesión hubiera pasado a los hijos de ella, según la Ley (Nm. 27:8-11). La fraseología de estas genealogías se explicaría de esta manera por la suposición de que Neri se casó con la hija de Jeconías, y que Salatiel fue su hijo. La línea de Salatiel fue contada conforme a la costumbre, remontando de su padre a Natán y a David; el derecho de Salatiel a la corona le venía de Jeconías, su abuelo materno. Jeconías descendía de Salomón y de David.

En 1 Cr. 3:17 dice, en el original: «Y los hijos de Jeconías el cautivo: Salatiel su hijo». La aposición «su hijo» se aplica especialmente a Salatiel; lo califica de una manera particular en el sentido de que se juzga necesario repetir el término hijo; en tanto que ya figura formalmente dentro del grupo de los hijos de Jeconías. Este título así destacado de hijo estipula que Salatiel debía suceder a Jeconías. Si Salatiel era hijo de la hija de Jeconías, podía con todo derecho recibir el nombre de hijo de este último, al igual que Abiezer, hijo de la hermana de Galaad, hijo de Manasés, es contado entre el número de los hijos de Manasés y de los hijos de Galaad (1 Cr. 7:14, 18; Nm. 26:30).


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