(heb. «namer», «bestia manchada»; gr. «pardalis»).

Bestia feroz , de pelaje manchado (Jer. 13:23), sumamente ágil (Hab. 1:8); devora los cabritos, situación que cesará en el milenio, cuando «el leopardo con el cabrito se acostará» (Is. 11:6); en ocasiones ataca al hombre (Os. 13:7); su hábitat ordinario es el monte (Cnt. 4:8). Los antiguos, y algunos naturalistas modernos, pensaban que el leopardo («Felis pardus» o «leopardus») proviene del cruce del león y de la pantera; de ahí su nombre, derivado de «leo», león, y «pardus», pantera. En la actualidad se cree que se trata de una variedad de esta última. Tanto el leopardo como la pantera viven en África y en el sur de Asia. El leopardo se halla en Palestina, especialmente al este del Jordán; es evidente que en los tiempos bíblicos se hallaba también al oeste del río. Su piel, magnífica, es muy estimada.

En Dn. 7:6, el leopardo alado representa la ferocidad y velocidad del imperio griego en sus conquistas, acaudillado por Alejandro Magno. El futuro imperio romano es simbólicamente asemejado a un leopardo con pies de oso y boca de león: esto es, como ninguna bestia conocida, sino uniendo simbólicamente las características de los tres poderes anteriores a él (Ap. 13:2).

El leopardo común recibe el nombre de «Leopardus varius».


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