Descendientes de Leví hijo de Jacob. Los tres hijos de Leví, Gersón, Coat y Merari fueron cada uno de ellos la cabeza de un clan (Gn. 46:11; Éx. 6:16; Nm. 3:17; 1 Cr. 6:16-48). Moisés y Aarón, levitas, pertenecían a la casa de Amram, de la familia de Coat (Éx. 6:16, 18, 20, 26).

(a) Llamamiento de los levitas.

Los varones de la tribu de Leví tenían que ocuparse del santuario, pero Aarón y sus hijos fueron separados para la función sacerdotal, de carácter hereditario. El cuidado y transporte del precioso tabernáculo y la preparación de todo lo necesario para el servicio sagrado no podían ser encomendados a un solo individuo, ni tan sólo a una familia sola. Eran muchas personas las que debían participar en esta honrosa tarea. En la salida de Egipto, cuando los primogénitos de Egipto fueron muertos en la décima plaga, los hebreos tuvieron que poner la sangre en el dintel de las puertas y en los postes en cada casa, a fin de proteger a los primogénitos de los israelitas. Con ello, vinieron a ser propiedad de Jehová y le fueron así consagrados (Éx. 13:11-16); sin embargo, en lugar de verse al servicio del santuario, los primogénitos de todas las tribus se vieron sustituidos por los levitas. La razón de este cambio es que ellos fueron los únicos de Israel que se dieron decididamente al servicio de Jehová, mostrando su celo por Él, en la ocasión en que el pueblo apóstata se había dado a la adoración del becerro de oro (Éx. 31:26-29; Nm. 3:9, 11-13, 40, 41, 45 ss.; 8:16-18). Había 22.273 primogénitos varones, sin contar los primogénitos de los levitas, cuando se efectuó el censo del Sinaí (Nm. 3:43, 46). Los levitas sumaban 22.000 (Nm. 3:39). Sumando las cifras dadas en los versículos 22, 28, 34, se obtienen 22.300. Se ha suscitado la cuestión de si se ha dado un error en la transcripción o si se trata de 300 primogénitos levitas que, por las causas de incapacidad prescritas en la ley, no pudieron reemplazar a los de las otras tribus. Los 22.000 levitas servían así como sustitutos; en cuanto a los 273 primogénitos que no quedaban cubiertos por el número de los levitas sustitutos, fueron rescatados por un precio de cinco siclos de plata por cabeza (vv. 46-51).

(b) Deberes de los levitas.

Éstos eran el transporte del tabernáculo y de sus materiales al levantar el campamento; montar la tienda, tomar cuidado de todos los utensilios, y ayudar a los sacerdotes en sus diversos trabajos (Nm. 1:50-53; 3:6-9, 25-37; 4:1-33; 1 S. 6:15; 2 S. 15:24). Los descendientes de Aarón, siendo a la vez levitas y sacerdotes, llevan con frecuencia el nombre de levitas (Dt. 33:8-10; Jos. 14:3; 21:1, 4; Mal. 3:3). En tanto que altos dignatarios e hijos de Leví, podían, si lo juzgaban necesario, efectuar los servicios levíticos que quisieran.

(c) Límite de edad.

Los levitas empezaban sus funciones a los 30 años (Nm. 4:3; 1 Cr. 23:3-5), a los 25 años (Nm. 8:24) y más tarde a los 20 años (1 Cr. 23:24, 27). Nm. 4 contiene la definición del servicio de los levitas con treinta años, como la de «ministrar en el servicio y tener cargo de obra en el tabernáculo de reunión..., cada uno según su oficio y según su cargo» (vv. 47, 49). El capítulo entero precisa las tareas. Es plausible que a los 30 años de edad los levitas fueran considerados aptos para todo género de servicio completo con respecto al santuario, y para el transporte solemne del tabernáculo y de su mobiliario. En una fecha posterior, accedían a funciones honoríficas, que exigían sabiduría y discreción (Nm. 4:1-33; 1 Cr. 23:4-5). Pero a los 25 años de edad los levitas ya podían empezar un servicio ordinario, que comportaba diversos deberes ordinarios; nunca se dice que los deberes más honrosos fueran llevados a cabo por levitas de menos de 25 años (Nm. 8:24-26; 1 Cr. 23:25-32). David redujo la edad de acceso a las funciones levíticas más humildes y las fijó en 20 años, edad en la que los otros israelitas eran aptos para el servicio militar (1 Cr. 23:24, 27). En efecto, siendo que el arca estaba en Jerusalén (vv. 25, 26) y estando fijado el servicio del santuario, era bueno que los jóvenes se iniciaran pronto y de manera útil en el cumplimiento de sus deberes levíticos. Desde entonces los levitas accedían legalmente a sus posiciones a los 20 años (2 Cr. 31:17; Esd. 3:8). Se iniciaban como ayudantes de los sacerdotes y de los jefes de los levitas (1 Cr. 23:28-31; cfr. 2 Cr. 29:34; 35:11); pero es probable que no fueran considerados como admisibles a las funciones más elevadas (guardianes de las puertas, miembros de la orquesta sagrada, administradores, jueces) antes de la edad de 30 años (1 Cr. 23:3-5). A los 50 años dejaban las funciones regulares, pero quedaban libres de asistir a sus sucesores en el servicio del santuario (Nm. 8:25, 26).

(d) Vestimentas y residencia de los levitas, y su división en clases.

No les había sido ordenado ningún tipo de vestimenta oficial, pero en las grandes fiestas llevaban un ropaje de lino fino (1 Cr. 15:27; 2 Cr. 5:12). En el siglo I d.C., los levitas asignados al coro sagrado obtuvieron del rey Agripa, con la ratificación del sanedrín, el derecho de llevar las vestimentas de lino regularmente, como los sacerdotes (Ant. 20:9, 6). Los levitas no estaban obligados a dar todo su tiempo al santuario ni a morar continuamente en sus proximidades. Cuando el país de Canaán fue dividido, los levitas no recibieron una parte del territorio como las otras tribus. Consagrados enteramente al servicio del santuario, tenían al mismo Dios como su herencia (Nm. 18:20; Dt. 10:9). Les fueron dadas cuatro ciudades por tribu junto con sus aldeas: 13 para los sacerdotes descendientes de Aarón en los territorios de Judá, Simeón y Benjamín (Jos. 21:4), y 35 ciudades de las tribus del norte y del este (Jos. 21:5-7; Nm. 35:1-8). Para su subsistencia, los levitas recibían los diezmos debidos a Jehová (Lv. 27:30-33; cfr. Nm. 18:21-24), las primicias de las cosechas (Éx. 23:19; Lv. 2:14; 23:17, etc.), los primogénitos de los rebaños (Éx. 13:12 ss.; Lv. 27:26; Nm. 18:15 ss.), así como ciertas porciones de los sacrificios (Nm. 18:26 ss.). La mayor parte del año moraban en sus ciudades respectivas, y subían en fechas determinadas a Jerusalén para ejercer sus funciones. David repartió a los levitas en cuatro clases:

(A) Los que asistían a los sacerdotes en el servicio del santuario.

(B) Los jueces y los escribas.

(C) Los guardas de las puertas.

(D) Los músicos.

Cada una de estas clases, a excepción quizá de la segunda, se subdividía en 24 secciones (familias) que se turnaban en el servicio (1 Cr. 24-26; cfr. 15:16-24; 2 Cr. 19:8-11; 30:16-17; Esd. 6:18; Neh. 13:5). Cuando tuvo lugar el cisma nacional después de la muerte de Salomón, numerosos levitas y sacerdotes que vivían en el territorio de Benjamín abandonaron el reino del norte, dirigiéndose a Judá y Jerusalén (2 Cr. 11:13-15).


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