Este libro, como su nombre indica, trata de lo tocante a los levitas.

Tercer libro del Pentateuco.

Cuando quedó erigido el tabernáculo y se hubo encargado a los sacerdotes que sirvieran al altar, quedaba por reglamentar el culto. Éste es el tema de las normas dadas en Levítico.

A primera vista, este libro puede parecer enojoso, e incluso superado; sin embargo, está repleto de enseñanzas; es profundamente instructivo y espiritual cuando lo estudiamos a la luz de la Epístola a los Hebreos (véase HEBREOS). Nos enseña, con los tipos y símbolos del AT, cómo el pueblo pecador podía allegarse a un Dios santo y mantener la comunión con Él. Los sacrificios y el sacerdocio eran indispensables para el que se quería allegar a Dios. La comunión con el Señor demandaba la pureza ritual y moral. Si el Éxodo es el libro de la redención, el Levítico lo es de la adoración, de la santificación y del servicio de un pueblo redimido.

(a) Contenido:

(A) Prescripciones tocantes a los sacrificios (Lv. 1:1-7; cfr. Lv. 7:37-38). Éstos son:

(I) el holocausto (Lv. 1; 6:1-6);

(II) la ofrenda de harina (Lv. 2; 6:7-16);

la ofrenda de paz (Lv. 3; 7:11-21, 28-38);

la ofrenda de expiación (Lv. 4; 6:17-23).

(B) Consagración de Aarón y de sus hijos al sacerdocio (Lv. 8-9).

(C) Castigo de Nadab y Abiú, culpables de un pecado de presunción; normas complementarias cuya necesidad se hizo evidente entonces (Lv. 10).

(D) Leyes sobre la pureza tocantes a los alimentos impuros, las enfermedades contagiosas, las funciones naturales (Lv. 11-15); estas leyes datan de la peregrinación en el desierto (Lv. 14:34; cfr. 16:1).

(E) El gran día de la expiación (Lv. 16), ya previsto en Éx. 30:10.

(F) El código de la santidad (Lv. 17-22).

(G) Las fiestas y normas sociales (Lv. 23-25).

(H) Advertencias y prescripciones tocantes a los votos y a los diezmos (Lv. 26-27).

(b) Autor, fecha y redacción.

En cincuenta y seis veces a lo largo de los veintisiete capítulos del texto se atribuye a Moisés la redacción de las palabras que el mismo Dios dirige al pueblo (Lv. 1:1; 4:1; 5:14, 20; 6:1, 12, 17; 7:22, 28, etc.). Así, aparte de dos breves relatos (Lv. 10:1-7; 24:10-14), todo constituye de la manera más directa «Palabra de Jehová» o descripción del culto que Él prescribió a Moisés. A pesar de ello, los críticos rechazan la mosaicidad y autenticidad de Levítico (véase PENTATEUCO). Hacen de este libro un pretendido «código sacerdotal», escrito por P (símbolo de «Priests», sacerdotes en inglés) hacia el año 500 a.C. o algo más tarde después del retomo del exilio babilónico. Los sacerdotes judíos de aquella época, deseosos de darse un lugar principal en Israel, habrían inventado todo este ritual, poniéndolo bajo el nombre de Moisés para hacerlo más fácilmente aceptable. Esta teoría, carente de toda base probatoria, suscita más problemas que los que pretende resolver, y cae bajo el peso de gravísimas objeciones. A pesar de lo que se pueda pretender acerca de la ausencia de la noción de la propiedad literaria entre los antiguos, nombrar cincuenta y seis veces a Moisés como autor de un tal «fraude piadoso» es totalmente opuesto al sentido moral y de la integridad que se daba entre los israelitas. Por otra parte, es un absurdo histórico imaginar que un código de leyes desarrollado tan tarde en la historia habría podido ser aceptado por todos y, aún más increíble, recibido sin ninguna vacilación en aquella época como proveniente de Moisés. Es evidente, según el texto, que las ordenanzas de Levítico fueron dadas en Sinaí (Lv. 1:1; 7:38; 26:46; 27:34), en vida de Moisés y Aarón (Lv. 8:1, etc.), antes de la entrada en Canaán (Lv. 14:34; 25:1), en el desierto (Lv. 16:22), mientras Israel vivía en un campamento (Lv. 4:12; 10:4; 24:10), con un solo santuario reconocido, la tienda de reunión (Lv. 1:3, etc.). Es inconcebible que los sacerdotes de la época de Esdras se tomaran el trabajo de dar todo el color local del desierto al producto de su imaginación 1.000 años más tarde. Ello va en contra de toda la evidencia interna del libro. Se ha pretendido también que el ritual levítico estaba demasiado detallado y formalizado para remontarlo a la época de Moisés. Sin embargo, los descubrimientos arqueológicos del Oriente Medio han demostrado que la codificación de las leyes ha existido mucho antes de lo que pretendían los críticos. Las ceremonias religiosas de las grandes civilizaciones de esta época estaban minuciosamente reglamentadas. Las tabletas de Ras-Samra, que, en base a la cronología revisada (véase UGARIT), datan de la época de los Reyes, mencionan «sacrificios por el pecado» y muestran varios puntos de semejanza con Levítico. Por otra parte, ya en Sumer, en un periodo mucho más remoto, se daba una codificación de todos los aspectos de la vida, y con no menos intensidad del religioso (véanse SUMER, SUMERIOS). También Hammurabi codificó todo un sistema legal en una época temprana (véase HAMMURABI). Asimismo se tiene que mencionar la aceptación del Pentateuco por parte de los samaritanos, que sólo tiene explicación en base a que el Pentateuco fuera genuinamente anterior al exilio y de reconocida antigüedad (véase PENTATEUCO). El descubrimiento, entre los mss. del mar Muerto, de una buena parte de los capítulos 17 a 26 de Levítico constituye también un poderoso argumento adicional contra las tesis de la crítica. No hay razón válida de ningún tipo que induzca a dudar de la mosaicidad del libro ni de su veracidad.

(c) Los sacrificios.

Según la epístola a los Hebreos, el culto levítico era la imagen y la sombra de las cosas celestiales, en tanto que los sacrificios ofrecidos sobre el altar constituían el tipo del gran sacrificio de la cruz (Lv. 8:4; 9:12, 23; 10:1, 11-12). En Lv. 1-7 se presentan los sacrificios en un orden que va de Dios al hombre: El holocausto y la ofrenda de flor de harina consumidos sobre el altar (Lv. 1-2) representan a Cristo totalmente ofrecido a Dios en su vida intachable y en su muerte (Ef. 5:2). El sacrificio de paces ilustra la comunión establecida entre Dios y el hombre sobre esta base. El sacrificio de expiación (por el pecado, Lv. 4-5) enseña que solamente la expiación por la sangre puede permitir al pecador el acceso a tal comunión. (Véase SACRIFICIOS.)

(d) Medidas higiénicas.

Las medidas higiénicas de Lv. 11-15 son notables, tanto por su valor propio como por sus enseñanzas morales. Dios se ocupa del bienestar material y moral del pueblo del AT. La santificación tiene que ir en estrecha correspondencia con la pureza corporal. Es «impuro» todo aquello que es perjudicial para la salud y que conduce a la muerte (tanto en el dominio físico como en el moral). Es de destacar la manera en que se señalan los síntomas de ciertas enfermedades (Lv. 13). Las fuentes de contagio son:

los objetos contaminados (Lv. 11:32, 34; 13:47; etc.),

las personas enfermas, con etapas contagiosas y no contagiosas (Lv. 13:8, 13, 45-46),

los contactos (Lv. 11:24, 26, 32),

alimentos dañinos (Lv. 11:40),

esputos (Lv. 15:8),

los excrementos (Lv. 15:31; Dt. 23:13-14).

La desinfección se llevaba a cabo mediante:

aguas corrientes (Lv. 14-15),

fuego (Lv. 13:52, 55),

la rasuración (Lv. 14:8-9),

la cuarentena (Lv. 14:8, etc.),

el alejamiento (Lv. 14:40-45).

También se enseña claramente la profilaxis (Lv. 13-14). Es evidente que la alimentación jugaba un gran papel en la salud.

Se prohiben:

los animales muertos o enfermos (Lv. 11),

la carne no fresca (Lv. 7:17-18; 19:6-8),

el agua estancada (Lv. 11:34, 36),

la sangre (Lv. 7:26-27).

Es asombroso ver en estas leyes y ordenanzas un ordenamiento escrupulosamente sanitario, precisamente en una época en la que reinaban unas normas totalmente distintas, y la más profunda superstición e ignorancia en las más grandes civilizaciones vecinas. Moisés habla como si conociera los más recientes descubrimientos higiénicos. Sin embargo, no debemos detenernos aquí. Todas estas normas tienen un profundo significado espiritual y tipológico. Proviniendo de Dios, no puede ser más lógico que aquello que es beneficioso en el campo espiritual para la comunión con Dios tenga también su estrecha contrapartida en el bienestar en el campo físico. Dios es creador de ambos reinos de la vida, y así lo ha ordenado.

(e) Legislación social.

La legislación social de Levítico es igualmente avanzada para su época ¡y para la nuestra! Con unas normas impregnadas de amor y de justicia se establece la situación de los obreros, de los pobres, de los extranjeros, de los enfermos y de los ancianos (Lv. 19). El dinero no debe ser prestado con interés ni usura (Lv. 25:36, 37). No habrá ni esclavos judíos ni prostitutas en Israel (Lv. 25:39-55; 19:29). Las tierras, repartidas por un igual entre las familias, son inalienables; sólo se puede vender su usufructo hasta el siguiente jubileo (véase JUBILEO; Lv. 25:10). Se provee de manera abundante para el reposo de todos: el sábado (Lv. 23:3), las fiestas (varias semanas al año, Lv. 23), el año sabático (Lv. 25:4) y el del jubileo (Lv. 25:10-11). ¿Qué régimen ni qué programa político osaría proponer este tipo de medidas? Solamente Dios puede (Lv. 25:18-22; Sal. 127:1-2), y será así y aún mejor durante el milenio del gobierno teocrático de Cristo sobre la tierra. (Véanse LEVITAS, SACERDOTES, EXPIACIÓN, PENTATEUCO.)


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