Moradores del desierto (Gn. 25:2, 6; Nm. 10:29-31; Is. 60:6; Hab. 3:7; Jdt. 2:26).

Cinco familias surgieron de Madián (véase MADIÁN), el padre de todas ellas (Gn. 25:4). Mercaderes madianitas compraron a José y lo llevaron a Egipto; acompañaban la caravana de ismaelitas que venía de Galaad (Gn. 37:25, 28, 36). El suegro de Moisés era madianita (Éx. 3:1). Los madianitas, aliados con los moabitas, sedujeron a Balaam a fin de que maldijera a Israel y los atrajo a un culto idólatra e inmoral (Nm. 22:4, 6; 25). Jehová ordenó a Moisés, por ello, que combatiera contra Madián. Los israelitas dieron muerte a los cinco reyes de esta nación, a todos los hombres y a todas las mujeres casadas, que habían sido las instigadoras de toda la disolución en la que había caído Israel (Nm. 31:3-18; cfr. v. 16). Los reyes de Madián eran aliados, o vasallos, de Sehón, rey de los amorreos (Jos. 13:21). En la época de los Jueces, los madianitas, los amalecitas y los hijos del Oriente invadieron Canaán como una nube de langostas. Allí llevaron sus animales, sus tiendas, apoderándose también de las cosechas de los israelitas, que quedaron reducidos a la más grande extremidad. Al cabo de siete años, el Señor, apiadado de su pueblo necesitado, le dio un libertador, Gedeón. Este aplastó a los opresores en la batalla de la llanura de Jezreel, dando muerte a los dos príncipes Oreb y Zeeb, y después a los reyes Zeba y Zalmuna. A partir de entonces el país tuvo cuarenta años de paz (Jue. 6-8; 9:17; Sal. 83:9-12; Is. 9:3; 10:26).

Después de ello, los madianitas no son vueltos a mencionar en la Biblia, excepto como reminiscencia histórica (Is. 60:6; Hab. 3:7). Es probable que, estando mezclados tempranamente con los ismaelitas, quedaran finalmente absorbidos por los nómadas del norte del desierto de Arabia, designados por el nombre general de Árabes.


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