Piedra calcárea de gran dureza, cristalizada naturalmente, y capaz de ser pulimentada. A causa de su lustre, en heb. se llama «shayish» y «shêsh»; en gr. «marmaros».

Con este material se hacían columnas y lujosos enlosados (Est. 1:6; Cnt. 5:15). Salomón lo empleó en abundancia para la construcción del Templo (1 Cr. 29:2). Josefo, al describir los muros de este edificio, afirma que eran de piedra blanca, pero sin mencionar su variedad (Ant. 8:3, 2). Los mármoles blancos, amarillos y rojos provenían del Líbano; Arabia suministraba variedades selectas. En las regiones de Palestina al este y al oeste del Jordán, se empleaba la variedad roja y blanca para los palacios de la época grecorromana. Las columnas de los pórticos del templo de Herodes eran monolitos de mármol blanco, con una altura de 25 codos (Guerras 5:5, 2).


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