(lat. «mil años», expresión surgida de Ap. 20:1-7).

Era de esta duración en la que Cristo, después de su retorno, hará reinar la justicia y la paz sobre la tierra. El AT no cesa de anunciar el reino glorioso que el Mesías instaurará aquí en la tierra. De la misma manera que creemos en el cumplimiento literal de las profecías que tratan de los sufrimientos del Señor, no hay razón objetiva alguna para rechazar las promesas concernientes a Israel, los grandes juicios del fin, y el triunfo visible de Jesucristo sobre la tierra. En efecto, el reino de Cristo ha de llenar «toda la tierra», es decir, el mismo espacio ocupado por los imperios de las naciones (Dn. 2:35; 38-39; 7:27; Sal. 72:8-11). A Jesucristo le ha sido prometido «el trono de David su padre», que jamás ha estado situado en el cielo (Lc. 1:32; cfr. Hch. 1:6). Los elegidos reinarán al principio con Él «sobre la tierra» (Ap. 5:10; 20;4 b, 6), antes de ser transportados a los nuevos cielos y la nueva tierra.

Con respecto al milenio, hay tres puntos de vista principales:

(a) Los postmilenialistas.

Los postmilenialistas enseñan que la Primera Venida de Cristo y las conquistas del Evangelio han atado a Satanás de tal manera, que la humanidad está lentamente introduciéndose en su Edad de Oro mediante la actuación de la Iglesia. El Señor sólo tendrá que venir para introducirla en la eternidad. Ésta es la concepción sostenida por la Iglesia de Roma y por una buena cantidad de iglesias protestantes, para las que el término «mil años» presenta simbólicamente un período largo de duración indeterminada, que cubre algo más de la era de la iglesia militante. Después de las dos Guerras Mundiales, de los campos de exterminio y del terror atómico, parece bien difícil admitir esta interpretación; más bien parecería que si Satanás ya está atado en la actualidad, como proponen los postmilenialistas, su cadena es realmente muy larga. En todo caso, el optimismo de esta postura, que mantiene una mejora de la humanidad en constante progresión, por la que la Iglesia introduce el reino de Dios sobre la tierra, está reñida con toda la enseñanza del NT, que proclama la caída en una apostasía general del cristianismo profesante, y una intervención cataclísmica de Cristo, con tremendos juicios, antes de la violenta instauración de su reinado (cfr. Lc. 17:20-27; 18:8; Mt. 13 y cfr. LEVADURA con respecto a la interpretación de esta parábola; Ro. 11 :11-24 ss.; 2 Ts. 2:1-12, esp. v. 7; 1 Ti, 4:1-4; 2 Ti. 3:1-14; 4:1-7; 2 P. 2:3; Judas); todo el libro de Apocalipsis es evidencia de que la humanidad no será ganada a Cristo por el Evangelio; de hecho, sólo será en la era futura que grandes masas serán alcanzadas por el Evangelio (cfr. también Hch. 20:28-32). El cuadro que presenta el NT es, no el de un avance triunfante de la Iglesia hasta que el mundo quede listo para la venida del Señor Jesucristo, sino un deslizamiento más y más acusado hacia la apostasía, y una venida del Señor para reinar introducida por juicios (cfr. Is. 26:9; «luego que hay juicios justos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia»).

(b) Los amilenialistas.

Los amilenialistas creen que no se debe esperar ningún reino visible del Señor. Todas las promesas del AT acerca del Reino son espiritualizadas en favor de la Iglesia, y «Sión» representa simplemente a la Jerusalén celestial. Según esta postura, no hay porvenir nacional alguno para Israel: el retorno de los judíos a Palestina no tiene relación alguna con las profecías, y su restauración y conversión a nivel nacional no son nada más que una vana esperanza (cfr. sin embargo Ro. 11:11-15, 25-26; Jer. caps. 30, 31, 32, 33; Ez. caps. 36-48; Zac. 12:10; 13:8-9; véase asimismo ISRAEL). En la teoría amilenialista las seis menciones de los mil años en Ap. 20:2-7 son reducidas a un simbolismo del actual período de la Iglesia. Sin embargo, esta teoría afronta dificultades exegéticas serias para explicar el significado de las resurrecciones en este pasaje. La mayoría de expositores amilenialistas «espiritualiza» la Primera Resurrección antes de los mil años, manteniendo, sin embargo, que en el v. 5 sí se trata de un verdadero «volver a la vida» (Berkhof: «Teología Sistemática», p. 871). Ésta es la postura general, de la que sin embargo difiere Hoekema, que espiritualiza todo el pasaje, y sitúa la resurrección general sólo en Ap. 20:11-13 (Hoekema: «Amillenialism», en «The Meaning of the Millenium», editor R. G. Clouse, PP. 167-172, véase Bibliografía). Tampoco queda explicado de manera satisfactoria, con esta teoría, el encadenamiento de Satanás. Además, en tanto que en el AT los anuncios de juicio sobre la nación de Israel como nación van seguidos de maravillosas promesas de redención y de salvación asimismo a nivel nacional (cfr. Jer. 7-25 y 27-29 con 30-33; Ez. 11:1-13 con 14-25, etc.), en cambio en el amilenialismo se aplican a Israel sólo los juicios, en tanto que las promesas de bendición a Judá e Israel se aplican a la Iglesia. Finalmente, el reinado de Cristo con sus santos, que el postmilenialismo aplica a esta edad de la Iglesia sobre la tierra, el amilenialismo, según uno de sus más destacados exponentes, lo aplica a un reinado de las almas de los santos en la era presente, con Cristo, en los cielos (Hoekema, obra cit., p. 150). Pero esta postura se basa en la espiritualización de la «Primera Resurrección». Si esta espiritualización se puede mostrar carente de una verdadera base exegética, la teoría amilenialista se enfrenta entonces a una dificultad básica fatal.

(c) Los premilenialistas.

Los premilenialistas admiten que Jesucristo vendrá antes del milenio. Es patente que la humanidad ha fracasado; ningún esfuerzo de las naciones ni de las iglesias puede conseguir el establecimiento del reino de Dios (o era de oro) en el mundo (cfr. Dn. 2:34, 44). Su venida cumplirá el plan divino aparentemente frustrado por la caída del hombre en el Edén. El Señor vindicará su nombre no sólo en juicio con la perdición de los impíos, sino también convirtiendo la tierra en un vergel. La oposición que muchos presentan al premilenialismo nace sobre todo de la idea de que un reino en el que Israel tenga un papel que jugar significaría un retroceso en cuanto a la salvación espiritual conseguida por la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Pero no hay razón para mantener tal posición. No hay tal retroceso. El Rey. está ahora rechazado por los suyos y por el mundo (Jn. 1:10, 11; Ro. 11:25-36). Sin embargo, su obra en la cruz es la base para el perdón y aceptación de todos los que a Él se allegan. Los que lo aceptan ahora en el tiempo de su humillación, reinarán con Él en el día de su exaltación (2 Ti. 2:12). En su venida, el Señor rechazado será reconocido (Zac. 12:10; cfr. Fil. 2:5-11), y reinará desde Sión (Zac. 14). La actual situación, con Israel rechazado y el cristianismo verdadero siguiendo a un Señor rechazado, y por ello rechazado con Él (Jn. 15:20), es anómala. Se puede asimilar a la figura profética de David, rechazado y perseguido por el Israel oficial de su época. Su situación de proscrito por Saúl, acompañado en su rechazamiento por un puñado de fieles, que a su accesión al trono reinaron con él, puede asimilarse a la del Señor Jesucristo, proscrito por el Israel oficial de su época y que, mientras espera que el Padre ponga sus enemigos por estrado de sus pies, es seguido por una compañía de fieles que sufren con Él, y que reinarán con Él. Esta situación no es ni puede ser la definitiva, como marcan las Escrituras, sino que Cristo ha de reinar todavía, y ha de ser aceptado, así como han de ser reconocidos y vindicados aquellos que han sufrido con Él, en un reinado de paz y de justicia universales, en el que se cumplirán todas las promesas de restauración y de regeneración, así como se cumplieron las anteriores amenazas de juicio y de desolación sobre Israel y tantas naciones.

Para un examen exegético de la literalidad de las resurrecciones en Ap. 20:1-7 y del milenio interpuesto entre la primera resurrección y la resurrección de condenación, véase Ryrie, C.C.: «Las bases de la fe premilenial» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1984, PP. 189-204) y especialmente el libro «The Meaning of the Millenium», ed. por Clouse (ver Bibliografía), en el que se debate esta cuestión. Se puede indicar, sin embargo, que, como bien dice Ladd, la expresión «volvieron a vivir» (Ap. 20:45 gr. «ezêsan») sólo se usa en todo el resto del NT de resurrección («The Meaning...», p. 190).

Características del milenio:

(a) Satanás estará entonces atado e impedido de seducir a las naciones (Ap. 20:1-3)

(b) Un juicio determinará quiénes serán los súbditos del reino (Ap. 20:4 cfr. Mt. 25:31-34).

(c) Los que han tenido parte en la primera resurrección (los «jueces» y los mártires de la tribulación), reinarán con el Señor (Ap. 20:4, 6; 2:26-27; Dn. 7:27; 1 Co. 6:23)

(d) Este reino dura mil años (en base a la cifra seis veces repetida en Ap. 20:2-7)

(e) Por fin se establece la paz en esta escena (Is. 2:2, 4; 9:5-6) junto con la justicia y la igualdad (Is. 11:1-9).

(f) La presencia del Señor es manifestada de una manera gloriosa (Is. 11:10; 24:21-23)

(g) Los súbditos del reino conocen una gran longevidad y una inmensa prosperidad (Is. 65:18-25).

(h) Con todo, el Señor rige con cetro de hierro, el mal no es ya más pasado por alto en paciencia y los que pecan abiertamente mueren, alcanzados por la maldición (Is. 11:4; 65:20).

(i) Los judíos convertidos vienen a ser los misioneros en toda la tierra (Is. 66:18-20).

(j) El final del milenio es frustrante, ¿A qué se debe que Satanás sea desatado? (Ap. 20:3, 7-9): Es para que los súbditos de este reino de bendición, pero autoritario, puedan decidirse libremente por o en contra de Dios (de la misma manera que todas las criaturas, humanas y celestiales, han sido tentadas antes que ellos). La lamentable elección de muchos de ellos muestra que el malvado corazón del hombre caído no se mejora en mil años de bendición, de prosperidad y paz. Después de esta exhibición de rebelión y del castigo divino, la tierra y los cielos actuales son destruidos para dar lugar al estado eterno (Ap. 20:11; 21:1). (Véanse APOCALIPSIS, DANIEL, RESURRECCIÓN.)

Bibliografía:

Clouse, R., editor: «The Meaning of the Millenium-Four Views», con contribuciones de George Eldon Ladd, Herman A. Hoyt, Loraine Boettner, Anthony A. Hoekema (Intervarsity Press, Downers Grove, Illinois, 1977; hay versión en castellano: «El milenio», Ed. Mundo Hispano;

Chatter, E. H. «The Coming and Reign of our Lord Jesus Chríst» (Ralph E. Welch Foundation, Orange, Calif., 1963);

Feinberg, C. L.: «Millenialism-The Two Major Views» (Moody Press, Chicago, 1936/1980);

Lacueva, F.: «Escatología» II (Clíe, Terrassa, 1983);

Payne, J. B.: «Encyclopedia of Biblical Prophecy» (Harper and Row, Publishers, New York, 1973);

Pentecost, J. D.: «Eventos del Porvenir» (Editorial Libertador, Maracaibo, 1977);

Peters, G. H. N. «The Theocratic Kingdom» (Kregel Pub., Grand Rapids, 1978, reimpr. 1884);

Ryrie, C. C.: «Las bases de la fe premilenial» (Pub. Portavoz Evangélico, Grand Rapids, Michigan, 1984);

Tan, P. L.: «The interpretation of Prophecy» (BMH Books, Winona Lake, Indiana, 1974);

Trotter, W.: «Plain Papers on Prophetic and other Subjects» (Bible Truth Pub., Oak Park, Illinois, s/f);

Walvoord, J. F.: «The Millenial Kingdom» (Zondervan Pub. House, Grand Rapids, Michigan, 1959);

West, N.: «The Thousand Years in Both Testaments» (Kregel Publications, reimpres. edición 1889, s/f).


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