(a) Acto de ministrar o servir. En heb., el que sirve es denominado con el término «ebed», que implica un servicio voluntario u obligatorio, y designa a todos aquellos que tienen que servir; el prisionero de guerra, el esclavo comprado, el funcionario privilegiado de un soberano, y también el adorador de Jehová (cfr. Gn. 39:1 con Gn. 41:12; 40:20; Éx. 32:13; Hch. 16:17). Los orientales se consideran servidores de un superior, o de Dios (Gn. 32:4, 20; 50:18; Dt. 3:24; 2 S. 9:2; Lc. 2:29; Hch. 4:29). En hebreo se aplica asimismo el término de servidor a un pueblo vencido y sometido a tributo (2 S. 8:2). Dios da el nombre de ministros o servidores a aquellos que lo adoran (Gn. 26:24; Nm. 12:7; 2 S. 7:5. Véase ESCLAVO.)

(b) Aquel que ayuda a una gran personalidad. En heb. es «m'shareth»; gr. «huperetes».

José, esclavo, servía a su dueño, el cual le había confiado la administración de sus bienes (Gn. 39:4).

Abisag ocupaba un puesto de honor en su servicio a David (1 R. 1:4, 15).

Josué acompañó a Moisés, cuidándose del primer tabernáculo, sucediéndole después en el caudillaje de Israel (Éx. 24:13; 33:11; Jos. 1:1).

Eliseo era el ayudante de Elías, vertiendo agua en sus manos, y vino a ser profeta a su vez (1 R. 19:21; 2 R. 3:11).

El ministro de la sinagoga ayudaba a los que enseñaban (Lc. 4:20).

Los discípulos recibían las instrucciones de Cristo y vinieron a ser los ministros (servidores) del Evangelio (Lc. 1:2; Hch. 1:2; 26:16).

Juan-Marcos fue el ayudante de Pablo y de Bernabé durante una parte de su primer viaje misionero (Hch. 13:5).

(c) Ministro de Dios o del Estado (heb. «m'shareth», gr. «leitourgos»).

Entre ellos se hallan los sacerdotes y levitas al servicio del santuario (Éx. 28:43; Nm. 3:31; Dt. 18:5; Is. 61:1; cfr. LXX; Lc. 1:23; He. 9:21).

Cristo también recibe este nombre como sumo sacerdote celestial (He. 8:2).

Pablo también, como anunciador del Evangelio a los paganos (Ro. 15:16).

El término se aplica asimismo a un magistrado (Hch. 13:6);

designa en ocasiones a los miembros de una corte (1 R. 10:5) y 

también en ocasiones a un gran personaje (2 Cr. 22:8; Est. 1:10).

Los ángeles reciben el nombre de servidores (Sal. 103:21; 104:4).

(d) Los que, estando al servicio de alguien, lo representan y asumen el cuidado de sus intereses; gr. «diakonos». Primitivamente este término no designaba a un servidor de los pobres, sino más bien a un magistrado, a un ministro de Dios, ejerciendo la justicia y castigando a aquellos que hacían el mal (Ro. 13:4). Este término se aplica particularmente a los predicadores del Evangelio:

Timoteo (1 Ts. 3:2),

Pablo y Apolo (1 Co. 3:5),

Tíquico (Ef. 6:21),

Epafras (Col. 1:17).

En el NT se emplea «diakonos» también en el sentido restringido de diácono, encargado de ejercitar en una iglesia funciones especiales distintas de las de un presbítero. (Véase DIÁCONO; para una consideración adicional y bibliografía, véase bajo el artículo IGLESIA.)


Elija otra letra: