Su semilla es mencionada como algo sumamente pequeño, pero a lo que la fe de los apóstoles ni llegaba (Lc. 17:6).

El reino de Dios también es comparado a esta pequeña semilla, que sin embargo crece hasta convertirse en un árbol tan grande como para que las aves puedan hallar refugio en sus ramas. Se han hecho varias suposiciones acerca de qué planta es la aquí mencionada. La que mejor se corresponde con la descripción es la «sinapis nigra», una planta de mostaza común en Palestina. Sus semillas son extremadamente pequeñas, y crece hasta llegar a ser un arbusto «árbol» de más de tres metros de altura, de manera que las aves pequeñas pueden refugiarse en sus ramas. Hay también la «salvadora persica», que crece hasta mayor altura. La enseñanza de esta parábola es que el reino de Dios se engrandecería en la tierra, de manera que los emisarios de Satanás podrían hallar refugio bajo su sombra (cfr. Mt. 13:31, 32 y vv. 4, 19). (Véase también LEVADURA.) Se trata de un crecimiento, pero, como en otras parábolas dadas en el mismo contexto (Mt. 13), enseña un crecimiento con corrupción debido a la acción del enemigo.


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