Capital del imperio de Asiria. Los heb. daban el nombre de «Nínive, aquella gran ciudad» a la aglomeración que rodeaba la capital y ocupaba el distrito situado en la confluencia del Tigris y del Gran Zab (Gn. 10:11, 12; Jon. 1:2; 3:3; Jdt. 1:1). En un sentido más propio, Nínive era la ciudad que se elevaba sobre la ribera izquierda del Tigris, en la confluencia de este río y un pequeño afluente llamado actualmente el Khoksr, a unos 43 Km. por encima de la confluencia del Zab y del Tigris.

Los fundadores de Nínive fueron babilonios (Gn. 10:11). Manishtusu, de la dinastía semítica de Acad (hacia 2425-2245 a.C.) construyó un templo dedicado a Ishtar, divinidad tutelar de Nínive. Varios otros pueblos propagaron este culto hasta Egipto y al suroeste del Asia Menor. Assur, a unos 95 Km. al sur de Nínive sobre la ribera opuesta, fue al principio la sede del gobierno. Pero cuando Salmansar construyó un palacio en Nínive (1280-1260 a C.) esta vino a ser la capital. Assurbanipal y su sucesor Salmansar (885-825 a.C. aprox), ejercieron un gobierno bicefálico durante algún tiempo; tenían palacios residenciales en Nínive y en Calah. Sus sucesores, aunque tenían su capital en Nínive, tenían también palacios en Calah, en Dur-sharrukin y en Tarbisu.

Asiria, nación guerrera, embelleció su capital merced a los botines de sus conquistas. Nínive era asimismo un centro literario. Hacia el año 650 a.C., Assurbanipal creó una gran biblioteca de tabletas de arcilla cubiertas de inscripciones cuneiformes relativas a la historia, liturgia, encantamientos, astronomía, astrología, matemáticas. Se trata sobre todo de copias de obras antiguas que provenían de Babilonia. Nínive se merecía el calificativo de «ciudad sanguinaria» que le dio el profeta Nahum (Nah. 3:1). A través de la historia guerreó contra las naciones vecinas, y usó la más feroz crueldad contra los vencidos. Después de sus victorias, Assurbanipal se dedicaba a cortar las manos, pies, nariz y oídos de sus prisioneros; les sacaba los ojos y levantaba montes de cabezas humanas. Cuando el imperio asirio inició su decadencia (625 a.C.), Nebopolasar, gobernador de Babilonia, se proclamó independiente. En el año 612 a.C., los Uman-mandá, aliados de Nebopolasar, descendieron sobre la llanura y acometieron, en solitario, la conquista de Nínive, que destruyeron. Una repentina crecida del Tigris se abatió sobre las fortificaciones de la ciudad, y ayudó a los asaltantes.

La devastación de la ciudad fue tan grande que después de la época griega y romana llegó a considerarse la misma existencia de la ciudad como un mito. Pero yacían ruinas muy importantes, escondidas bajo las masas de escombros. En 1820 un funcionario inglés en Bagdad, llamado Rich, examinó el tell de Kouyoundjik, sobre la orilla izquierda del Tigris, y se quedó convencido de que bajo él se hallaban las ruinas de Nínive. En 1842, Botta, cónsul de Francia en Mosul en la ribera derecha del Tigris, comenzó las excavaciones. Pronto quedó atraída su atención a Korsabad, a 16 Km. de Mosul, localidad de Dur-sharrukin, donde descubrió el palacio de Sargón. Desde 1845 a 1850, el inglés Laylard exploró Nimrod, a 29 Km. al sur de Kouyoundjik, excavando a continuación este lugar, que resultó ser el lugar de Nínive, donde Senaquerib había construido un espléndido palacio con 71 salas y cámaras con muros decorados por esculturas. En este mismo lugar descubrió Rasam, en 1853, el palacio de Assurbanipal con su famosa biblioteca. Se ha podido establecer cuál era el plan de las fortificaciones (de 12 a 15 m. de altura) de la ciudad propia, y pudo deducir que tenía 5 Km. de longitud y alrededor de 2,5 de anchura. Pero ya se ha mencionado que los heb., y posiblemente otros pueblos, designaban con el nombre de Nínive una vasta aglomeración que englobaba Calah, a 29 Km. al sur; Resen, entre Calah y Nínive; Rehobot-Hir, un gran distrito de la ciudad, posiblemente el mismo que Rebit-Nina, situado al noreste de la ciudad. Gn. 10:11, 12 enumera estas cuatro localidades, cuyo conjunto formaba «la gran ciudad». Había otras ciudades de los alrededores unidas a esta área metropolitana. Yarimdja marca el emplazamiento de una de ellas, junto al río, inmediatamente al sur de Nínive. Cerca del Tigris, a más de 4,5 Km. río arriba, se hallaba Tarbisu; su palacio real marcaba el comienzo de una serie de bellas localidades y ciudades fortificadas que bordeaban el río hacia el sur en dirección a Calah. Detrás del río, al noreste de Nínive, y más allá de Rebit-Nina, se elevaba Dur-sharrukin, al pie de los montes orientales. Esta ciudad fuerte, construida hacia el año 707 a.C. por Sargón, tenía una extensión casi como la de Calah, y poseía el vasto palacio descubierto por Botta. A más de 11 Km. al sureste de Dur-sharrukin, al pie de la cadena oriental, se hallaba otra ciudad importante, cuyo nombre antiguo se desconoce; su emplazamiento está cercano a Baasheihah. Diez Km. más al sur la localidad de Birtelleh marca asimismo el emplazamiento de una localidad antigua. Keremlis, a 5 Km. más al sur, se halla sobre el emplazamiento de una población antigua. Por fin, a más de 10 Km. más hacia el sur, se halla Imgurbel, cuyo palacio y templo fueron adornados por Assurbanipal. Este lugar se halla a 14 Km. al noreste de Cala. Otras ciudades y pueblos estaban dispersas por la llanura. En el siglo I a.C. Diódoro de Sicilia, fundándose en una tradición auténtica, afirma que Nínive tenía una forma de rectángulo, con unas dimensiones de 150 por 90 estadios; por ello, su perímetro era de 480 estadios, o 90 Km. Años más tarde, Estrabón afirmaba que Nínive había sido mucho mayor que Babilonia.

Todo ello confirma plenamente la declaración de Jonás 3:3: «Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino.» En cuanto a los argumentos de Voltaire ante esta afirmación, sólo demostró su ignorancia al afirmar la imposibilidad de que una metrópolis tan grande pudiera desaparecer totalmente.


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