Cuarto libro del Pentateuco. Su designación heb. es: «En el desierto» (cfr. Nm. 1:1). El título moderno proviene de la trad. gr., que dio este título a causa de los dos censos:

(a) en el Sinaí, en el año segundo después del éxodo;

(b) ante el Jordán, en el año cuarenta.

(a) División.

El libro se puede dividir en tres secciones esenciales:

(A) En el desierto del Sinaí (Nm. 1:1-10:11).

Censo del pueblo, a excepción de los levitas.

Orden del campamento de las tribus (Nm. 1; 2).

Censo particular de los levitas; su lugar en el campamento; su servicio particular (Nm. 3; 4).

Exclusión de los impuros (Nm. 5:1-4).

Ley de la restitución (Nm. 5:5-10).

Leyes acerca de los celos, del nazareato; fórmula de bendición sacerdotal (Nm. 5:11-6:27).

Ofrendas de los príncipes durante la dedicación del Tabernáculo (Nm. 7).

Ordenanza tocante a la disposición de las siete lámparas del candelero (Nm. 8:1-4).

Consagración de los levitas (Nm. 8:5-22),

edad de su entrada en funciones (Nm. 8:23-26; (véase LEVITAS).

Ley acerca de la celebración de la Pascua y de la Pascua suplementaria del segundo mes (Nm. 9:1-14).

La dirección dada por la columna de nube (Nm. 9:15, 23);

empleo de las trompetas de plata (Nm. 10:1-10).

(B) El itinerario del Sinaí al Jordán (Nm. 10:11-21:35).

Orden de marcha (Nm. 10:11-28).

Moisés invita a Hobab a que acompañe a los israelitas (Nm. 10:29-32).

Una etapa de viaje (Nm. 10:33, 34).

Palabras de Moisés a Jehová cuando partía el arca, y cuando se detenía (Nm. 10:35, 36).

Murmuraciones del pueblo contra el maná;

setenta ancianos ayudan a Moisés;

Jehová envía las codornices (Nm. 11).

María (Miriam) contrae lepra por hablar contra su hermano Moisés, y es sanada (Nm. 12).

Llegada a Cades, localidad del desierto de Parán.

Los espías y su retorno de Canaán.

Incredulidad del pueblo;

castigo: la muerte en el desierto (Nm. 13; 14).

Ordenanzas legales suplementarias (Nm. 15).

Revuelta de Coré, Datán y Abiram; acontecimientos consecutivos (Nm. 16; 17).

Los deberes de sostenimiento de los sacerdotes y de los levitas (Nm. 18).

Ritual de purificación de la contaminación contraída al tocar un muerto (Nm. 19).

Vuelta a Cades:

muerte de María;

pecado de Moisés y Aarón sobre el monte Hor.

Israel rodea el país de Edom;

episodio de las serpientes ardientes.

Llegada a los campos de Moab;

conquista del país situado al este del Jordán (Nm. 20:22-21:35).

(C) Campamento en Sitim (Abel-sitim),

frente a Jericó (Nm. 22:1-36:13).

Balaam (Nm. 22-24).

Israel, cayendo en la idolatría, rinde culto a Baal-peor (Nm. 25).

Censo de la nueva generación (Nm. 26).

Leyes concernientes a los derechos de sucesión de las hijas (Nm. 27:1-11).

Josué es proclamado caudillo del pueblo por Moisés (Nm. 27:12-23).

Normas acerca de los sacrificios cotidianos y de los votos (Nm. 28-30).

Guerra contra Madián (Nm. 31).

Las regiones conquistadas al este del Jordán son atribuidas a los rubenitas, gaditas y a la media tribu de Manasés (Nm. 32).

Enumeración de los campamentos de los israelitas, desde Egipto hasta Abel-sitim. Es difícil precisar este itinerario, por cuanto doce de los veintidós nombres de las etapas no han podido ser identificados (Nm. 33).

Límites del país de Canaán;

príncipes designados para llevar a cabo el reparto de la tierra (Nm. 34).

Leyes de las ciudades de refugio (Nm. 35).

Leyes suplementarias acerca de las herederas (Nm. 36).

(b) Autor, fecha y composición.

Para la mosaicidad del Pentateuco, y por consecuencia del libro de los Números, véase PENTATEUCO. Al igual que el Éxodo y el Levítico, este libro incorpora a la vez relatos y leyes. Esta combinación es un argumento adicional en favor de la unidad del Pentateuco y de la contemporaneidad de sus partes. La historia relatada por Números va desde el año segundo después del éxodo hasta el cuadragésimo, sin precisar las fechas intermedias. Se hace mención de personas y nombres olvidados con posterioridad; aparece un fragmento de cántico indudablemente antiguo (Nm. 21:17-18), así como leyes que concuerdan totalmente con una situación que se modificó después de Moisés. El texto contiene frecuentes alusiones a Egipto y a sus ventajas materiales recientemente perdidas por el pueblo; no disimula la dificultad de encontrar los materiales precisos para el Tabernáculo, y explica bien la necesidad de los dos censos antes y después de los cuarenta años en el desierto. Todo ello indica que el libro se remonta verdaderamente a la época de la que habla.

Se ha querido ver un problema en la cantidad de israelitas de más de veinte años que salieron de Egipto: 603.550 (Nm. 1:46; Éx. 12:37-38), que se correspondería con una población total de alrededor de dos millones. Se plantea la dificultad de la supervivencia de una gran masa de gente en el desierto. Sin embargo, no se debe pensar que esta expresión denota una extensión grande de arena. La península del Sinaí preserva en la actualidad oasis y ríos. Se sabe, por estudios arqueológicos y registros históricos, que en el pasado estaba provista de una vegetación más abundante que en la actualidad (cfr.. los recientes descubrimientos del Sahara). El orden indicado para el campamento (Nm. 2) no impedía que grupos más o menos numerosos se separaran temporalmente en busca de pastos. (Véase PEREGRINAClÓN POR EL DESIERTO.). Las cifras que se indican de 22.000 levitas (Nm. 3:39) y de 22.273 (Nm. 3:43) han sido acusadas de insostenibles. El profesor Flinders Petrie emitió la teoría de que el término mil o millar puede ser tomado en el sentido de familias o grupos (cfr. Jos. 22:14; Jue. 6:15; Mi. 5:1). Sin embargo, esta suposición suscita más dificultades de las que resuelve. Otros han propuesto que se pudiera tratar de un error de copista. Sea como sea, estas cifras no han sido inventadas, y es muy posible que haya elementos que se nos escapan. Tiene que quedar muy claro que a lo largo de todo este episodio la actividad sobrenatural y especial de Dios juega un papel determinante. Sea cual fuere la interpretación de los detalles, el milagro de la subsistencia del pueblo en el desierto sigue estando ahí, y se debe tener presente que la Palabra de Dios lo afirma sin ambages (cfr. Dt. 8:2-5).

(c) Mensaje espiritual.

Se deben destacar dos elementos esenciales:

(A) Números es por excelencia el libro de las murmuraciones.

(I) El pueblo se rebela y se lamenta pidiendo carne para comer (Nm. 11).

(II) María habla en contra de Moisés, y es castigada (Nm. 12).

(III) Todo el pueblo se subleva al oír el mensaje de los diez espías cobardes (Nm. 13; 14).

(IV) La revuelta de Coré contra Aarón y su sacerdocio (Nm. 16; 17).

(V) Vuelve a haber murmuraciones en Meriba, y Moisés se deja llevar por su cólera (Nm. 20).

(VI) El pueblo se impacienta contra Dios, que les envía serpientes ardientes (Nm. 21).

(VII) Idolatría y desenfreno en los campos de Moab (Nm. 25). Se evidencia en todo ello la paciencia de Dios ante el carácter del pueblo, tan rebelde y desagradecido (y tan parecido en todo a nosotros como pueblo de Dios en la actualidad).

(B) Tipos y profecías acerca de Jesucristo.

Pablo, aludiendo a varios acontecimientos de Éxodo y de Números afirma que aquellas cosas sucedieron para que nos sirvieran de ejemplos y ve en la roca golpeada un tipo de Cristo (1 Co. 10:1-12; cfr. v. 4). De hecho aquí se puede constatar:

(I) La nube (Nm. 9:15-23) imagen de Aquel que nos conduce mediante Su presencia y por Su espíritu (Jn. 10:4; 16:13).

(II) El maná, figura del verdadero pan de vida (Nm. 11:4-9; Jn. 6:31 ss).

(III) Moisés, que salva al pueblo por su intercesión, tipo de nuestro verdadero Mediador (Nm. 14:13-19; He. 3:1-6).

(IV) La vara de Aarón que floreció, símbolo de la resurrección de Cristo probando Su divinidad y mesianismo (Nm. 17:1-11; Ro. 1:4).

(V) La vaca alazana inmolada para hacer el agua de la purificación, imagen del sacrificio de expiación que nos limpia de pecado (Nm. 19:1-10; He. 9:13, 14).

(VI) La serpiente de bronce que el mismo Señor Jesús toma como tipo de Sí mismo en Su muerte en la cruz hecho pecado por nosotros (Nm. 21:4-9; Jn. 3:14-16; cfr. 2 Co. 5:21; Gá. 3:13).

(VII) La estrella y el soberano que surgirán de Israel, según la profecía de Balaam (Nm. 24:17-19; Gn. 49:10; Is. 9:5).

(VIII) La ciudad de refugio donde el homicida involuntario halla seguridad, así como nosotros hallamos nuestro único refugio en la salvación ofrecida por Cristo, nuestro sumo sacerdote (Nm. 35:9-28; He. 6:18).

 

Bibliografía:

Darby, J. N.: «Numbers», en Synopsis of the Books of the Bible (Bible and Publications, Montreal, reimpr. 1970, págs. 228-285);

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Keil, C. F. y Delitzsch, F.: «Numbers», en Commentary on the Old Testament, vol I (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, reimpr. 1981);

Mackintosh, C. H.: «Números» (Editorial «Las Buenas Nuevas», Montebello, Calif. 1953);

Smick, E.: «Números», en Comentario Moody del Antiguo Testamento (Ed. Portavoz, Grand Rapids, 1993);

Thompson, J. A.: «Números», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1977);

Young, E. J.: «Números», en Una introducción al Antiguo Testamento (T.E.L.L., Grand Rapids, 1977).


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