(del gr. «proorizõ», «marcar de antemano, predeterminar»).

En Ro. 8:29, 30 forma un enlace en la cadena que conecta el previo conocimiento de Dios en el pasado con la gloria en el futuro. La elección es el señalamiento que Dios hace de individuos; la predestinación es a bendición (cfr. Ef. 1:5, 11, donde los creyentes son predestinados a ser adoptados hijos, según el propósito de Dios).

La predestinación no implica que Dios haya marcado a algunos para ira. En realidad, el deseo de Dios es «que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1 Ti. 2:4). Para asegurar que algunos lo sean, Él los predestinó, llamó, justificó y glorificó en Sus consejos soberanos (cfr. Ro. 8:29, 30). (Véase ELECCIÓN para un examen más detallado de estas cuestiones, y bibliografía.)


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