De los diversos términos heb. que se corresponden con río, hay tres que requieren una especial atención:

(A) «Nãhãr», curso de agua; gr. «potamos»: designa los ríos conocidos por los hebreos en la antigüedad, como:

el Tigris, el Éufrates (Gn. 2:14; Ap. 9:14),

el Abana, el Farfar (2 R. 5:12),

el Jordán (Mr. 1:5),

y los afluentes del Nilo Superior (Sof. 3:10).

Las expresiones «el río» o «el gran río» son por lo general sinónimos del Éufrates (Gn. 15:18; 31:21). (Véanse ABANA, ÉUFRATES, FARFAR, JORDÁN, NILO.)

(B) «Nahal» designa, en ocasiones, un curso de agua que corre todo el año, como el Jaboc (Dt. 2:37), pero por lo general significa un torrente invernal, un wadi, cuyo lecho está seco durante el verano. (Véase TORRENTE.)

(C) «Y'or», río, que se emplea casi exclusivamente del Nilo y de los brazos de su delta. El término heb. tiene casi la misma resonancia que el nombre egipcio de este curso de agua (Gn. 41:1; 2 R. 19:24; Ez. 29:3). Este término sólo designa al Tigris en Dn. 12:5-7; cfr. 10:4.

En sentido figurado, Dios dará a Su pueblo que beba «del torrente de sus delicias» (Sal. 36:8). Al creyente en medio de las pruebas Él le promete que: «Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán» (Is. 43:2). Puede ser símbolo de ira en juicio, como el «río de fuego» (Dn. 7:10), o de bendición y vida (Ez. 47; Ap 22:1, 2). «Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo» (Sal. 46:4). Y este río jamás se secará.


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