= «he aquí un hijo».

1. Hijo primogénito.

Hijo primogénito de Jacob y de Lea (Gn. 29:31, 32; 35:23; 46:8; 1 Cr, 2:1; 5:1).

Rubén cometió un grave pecado de incesto (Gn. 35:22). Pero cuando sus hermanos hablaron de dar muerte a José, Rubén, con la secreta intención de liberarlo, y para ganar tiempo, les propuso echarlo en una cisterna. No estaba presente cuando sus hermanos lo vendieron a los ismaelitas de la caravana madianita. La desaparición de su joven hermano lo afectó profundamente (Gn. 37:21-29). Veinte años más tarde, en Egipto, Rubén recordó a sus hermanos que él no había tenido parte en el intento de ellos de eliminar a José (Gn. 42:22-24). Cuando Jacob dudaba acerca de permitir que Benjamín fuera con ellos a Egipto, Rubén ofreció a dos de sus hijos como rehenes en prenda del retorno de Benjamín (Gn. 42:37). Rubén tuvo cuatro hijos: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi (Gn. 46:8, 9; Éx. 6:14; 1 Cr. 5:3). Jacob, al morir, privó a Rubén de su derecho de primogenitura, a causa del pecado cometido con Bilha (Gn. 49:3, 4).

2. Tribu.

Tribu formada por descendientes de Rubén. Territorio en el que se establecieron. La tribu se dividía en cuatro clanes, surgidos de los cuatro hijos de Rubén (Nm. 26:5-11). Al comienzo de la peregrinación por el desierto (véase PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO) el príncipe de la tribu era Elisur (Nm. 1:5; 2:10; 7:30-35; 10:18). En esta época, la tribu contaba con 46.500 hombres de veinte años y más capaces de llevar armas (Nm. 1:20, 21). Cuando se hizo el segundo censo, 38 años después, el número de ellos era de 43.730 (Nm. 26:7). El príncipe de los rubenitas encabezaba el campamento constituido por las tres tribus de Rubén, Simeón y Gad, compuestas de 151.450 hombres capaces de portar armas (Nm. 2:10, 16). El rubenita elegido para ir a explorar el país de Canaán fue Samúa hijo de Zacur (Nm. 13:4). Los rubenitas Datán, Abiram y On se unieron a Coré el levita, que fomentó la rebelión contra Moisés y Aarón (Nm. 16:11-50; 26:9; Dt. 11:6). Después de las victorias contra Sehón y Og, los gaditas, rubenitas y media tribu de Manasés pidieron a Moisés permiso para establecerse al este del Jordán, región de pastos que convenía a sus numerosos ganados y rebaños. Moisés accedió, imponiendo una condición: que enviaría a la mayor parte de sus guerreros a ayudar a los israelitas en su campaña de conquista de la tierra (Nm. 32:1-42; Jos. 18:7). Los rubenitas, gaditas y la media tribu de Manasés participaron así en todas las expediciones de Josué (Jos. 4:12). Volvieron como triunfadores a sus dominios, y erigieron a continuación un altar conmemorativo, lo que provocó la indignación de las tribus al oeste del Jordán. Sin embargo, renunciaron a usar de la fuerza contra ellos cuando supieron que aquel altar no estaba destinado ni a holocaustos ni a sacrificios (Nm. 22:1-34). Los rubenitas no participaron en la lucha contra Sísara, lo que les atrajo los reproches de Débora (Jue. 5:15, 16). Hicieron la guerra a los agarenos, exterminándolos y apoderándose del país de ellos, que ocuparon hasta que ellos fueron llevados al cautiverio por Tiglat-pileser (1 Cr. 5:18-26). El profeta Ezequiel, al proceder al reparto escatológico de la tierra de Israel, tal como será distribuida en el Milenio (véanse EZEQUIEL, MILENIO), indica el territorio de Rubén, y da su nombre a una de las doce puertas de la Jerusalén milenial (Ez. 48:6-7, 31).

En la época de la primera división del territorio, Rubén limitaba al este con los amonitas, al sur con el torrente Arnón (Nm. 21:24), al oeste con el mar Muerto y el Jordán (Jos. 13:23). La frontera septentrional partía del Jordán al sur de Betnimra, y llegaba a Hesbón (Jos. 13:17, 26; 21:37; Nm. 32:36; Jos. 13:27). En el interior de estos límites se hallaban: Aroer, sobre el valle del Arnón; la ciudad en medio del valle; toda la llanura de Medeba; Hesbón y las ciudades que dependían de ella, Dibón, Bamot-baal, Bet-baal-meón, Jahaza, Cademot, Mefaat, Quiriataim, Sibma, Zaret-sahar en el monte del valle, Bet-peor, las laderas del Pisga, Bet-jesimot; en suma, la parte meridional del reino amonita donde había reinado Sehón (Jos. 13:15-23). Las cuatro ciudades de Beser, Jaza, Cademot y Mefaat, junto con sus ejidos, fueron asignadas a los levitas descendientes de Merari (Jos. 21:7, 36, 37; 1 Cr. 6:63, 78, 79). Beser, la primera de estas ciudades, era además una ciudad de refugio (Jos. 20:8; 1 Cr. 6:78). Los rubenitas estaban expuestos a los ataques de los moabitas, sus vecinos inmediatos, y a los de los nómadas que se dedicaban al pillaje y que provenían del desierto, que podían penetrar en el territorio de Rubén por el este y el sur. Al comparar la lista dada aquí de las ciudades rubenitas con las que se nombran en Is. 15; 16; Jer. 48, y en la Piedra de Moab, se puede constatar que en la época de Mesa, y de los profetas Isaías y Jeremías, el territorio de Rubén había quedado muy disminuido por las conquistas de los moabitas. Este país está situado sobre una fértil meseta.


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