Los mencionados en Ezequiel (Ez. 1:5-25; 3:13; 10:15-22) señalan de manera simbólica a los atributos de Dios en relación con Su trono, y Su actuación sobre la tierra en Su gobierno y providencia judiciales. Había ruedas sobre la tierra, y rueda dentro de rueda. Estas ruedas actuaban en concierto con los seres vivientes, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Los rostros de estos seres vivientes se corresponden con los de los cuatro «seres vivientes» en Ap. 4, etc. (gr.: «zõon»). Cada ser viviente tenía cuatro rostros: el primero era rostro de hombre, que habla de «inteligencia»; el segundo, de león, que simboliza «poder»; el tercero, de buey, que representa «paciencia»; el cuarto, de águila, que habla de «celeridad en ejecución». Todo ello presenta una organización perfecta para llevar a cabo el gobierno de Dios según Sus justos juicios (Ez. 1:5-25; 3:13; 10:15-22). (Véanse QUERUBÍN, SERAFÍN.)


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