Antigua ciudad cananea (Gn. 10:15, 19), sobre el litoral, a unos 35 Km. al norte de Tiro.

En el siglo XV a.C. Sidón estaba sujeta a Egipto. Homero da testimonio de la importancia de Sidón, cuyo nombre cita con frecuencia, en tanto que nunca menciona a Tiro. El poeta emplea los términos Sidón, sidonios, como sinónimos de Fenicia, fenicios. En un sentido riguroso, Sidón constituía el límite septentrional de los cananeos (Gn. 10:19). Su territorio se hallaba cercano a Zabulón (Gn. 49:13) y estaba limitado al sur por Aser. En Jos. 11:8 y 19:28 recibe el nombre de «la gran Sidón». La tribu de Aser no desposeyó a los cananeos de Sidón (Jue. 1:31). En la época de los Jueces, los sidonios oprimieron a los israelitas (Jue. 10:12); el v. 6 acusa a estos últimos de haber adorado a los dioses de Sidón, de los que Baal era el principal (1 R. 16:31). El culto más extendido era sin embargo el de Astarté, diosa de la fertilidad (1 R. 11:5, 33; 2 R. 23:13).

Et-baal, rey de Sidón, fue padre de Jezabel (1 R. 16:31). El profeta Isaías anunció que el juicio caería sobre Sidón, cuyos moradores se verían obligados a huir a Quitim (Chipre) (Is. 23:12). Sidón estuvo un tiempo sometida a Tiro (Ant. 9:14, 2). En el año 701 a.C. se sometió a Senaquerib, rey de Asiria. Esar-hadón la destruyó en el año 677 a.C. Jeremías predijo que Sidón caería en poder de Nabucodonosor rey de Babilonia (Jer. 27:3, 6). Ezequiel profetiza contra Sidón porque ha sido «espina desgarradora» para la casa de Israel (Ez. 28:20-24). Joel dice que los sidonios y otros pueblos han saqueado Jerusalén, arrebatado su plata y su oro, y vendido sus habitantes como esclavos (Jl. 3:4-6). Hacia el año 526 a.C., Sidón se rindió ante Cambises, hijo de Ciro, rey de Persia.

Los sidonios vendieron madera de cedro del Líbano a los judíos para la reconstrucción del Templo emprendida por Zorobabel (Esd. 3:7). Sidón se rebeló contra Artajerjes III Oxus, rey de Persia (hacia el año 351 a.C.), pero fue vuelta a tomar y destruida en el año 345. En el año 333, para librarse de los persas, abrió las puertas a Alejandro Magno. La ciudad pasó a continuación a los sucesores de Alejandro y, en el año 64 a.C., a los romanos.

Hubo sidonios que se dirigieron a Galilea para escuchar la predicación de Jesús y ver Sus milagros (Mr. 3:8; Lc. 6:17, etc.). El Señor se dirigió al territorio de Sidón, y es probable que entrara en la misma ciudad (Mt. 15:21; Mr. 7:24, 31). Herodes Agripa I, hostil a los tirios y sidonios, recibió una solicitud de paz de parte de ellos, «porque su territorio era abastecido por el del rey» (Hch. 12:20). Durante su viaje a Roma, Pablo recibió permiso para recalar en Sidón y visitar a los cristianos allí (Hch. 27:3).

La moderna Sidón, llamada Saïda, se halla en el moderno Estado del Líbano; está situada sobre la ladera noroccidental de un pequeño promontorio que se adentra en el mar. Unas rocas paralelas a la costa formaban el antiguo puerto. En el siglo XVII, Fakhr ed-Din, jefe de los drusos, la terraplenó parcialmente con piedras y escombros. Sidón, protegida por una muralla en el lado de tierra, está dominada por una ciudadela al este. En el interior de la ciudad y a sus alrededores hay algunas columnas de granito agrietadas. Se han exhumado varios sarcófagos, entre ellos el muy famoso de Esmunazar, de los sepulcros de los alrededores, y llevados a Sidón.


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