Útil de dientes aguzados, usado para cortar madera y piedra (1 R. 7:9; Is. 10:15). Hubo perseguidores que aserraron sus víctimas (He. 11:37). El rey David sometió a servidumbre a los amonitas de Rabá y de otras ciudades vencidas, y los puso a trabajar con sierras y otros instrumentos (2 S. 12:31; 1 Cr. 20:3). La lectura alternativa de este texto, que le haría decir que David los aserró, los cortó a hachazos, etc., además de no ser demandada por el texto mismo, iría en contra de todo lo que se conoce del carácter de este rey.

Hasta allí donde podemos saber, los antiguos egipcios tenían sierras de un solo mango. La hoja, generalmente de bronce, se insertaba en el mango, quedando unido a él mediante tiras de cuero. Los dientes se inclinaban hacia el mango. El trozo de madera a cortar se ponía perpendicular a un cuadro, y se serraba de arriba abajo. No se tienen pruebas de que los egipcios serraran también la piedra, lo que habría sido difícil con una sierra de un mango. Los asirios empleaban una sierra de doble mango, provista de hoja de hierro.


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