(as.: «hablar»).

En la literatura judía recibe el nombre de targum la versión del AT en arameo. A excepción de Daniel y Esdras-Nehemías, que ya estaban escritos en parte en arameo, estas versiones de libros del AT, parafraseados, y con cortas explicaciones intercalares, tuvieron su origen en las necesidades del culto de la sinagoga. Después del cautiverio, el pueblo judío de Palestina hablaba en arameo. Era necesario traducir oralmente la Torá al arameo, dando además explicaciones a los lectores o a los oyentes ignorantes de la geografía, de la historia y de ciertas costumbres judías de la antigüedad. La traducción al arameo no representaba ningún problema grave, habiendo sido la lengua de los patriarcas antes de su entrada en Canaán, y hallándose empleada aquí y allá en el Pentateuco (Gn. 31:47: dos palabras), los Profetas (Jer. 10:11), en Esdras (Esd. 4:7-6:18; 7:12-26) y en Daniel (Dn. 2:4b-7:28). Más tarde, estas traducciones orales y explicaciones quedarían cristalizadas por escrito, junto con ampliaciones legendarias en muchos casos.

Los targumes. Se cuentan once:

  • (a) El de Onquelos, que pudiera ser el más antiguo, sobre el Pentateuco. Es una versión muy fiel del texto de la Torá, con paráfrasis sólo de algunos pasajes poéticos, como Gn. 49; Nm. 24; Dt. 32; 33. Los términos tradicionales reciben traducción moderna (Ismaelita se transforma en árabe, etc.). Se plantea la cuestión de si Onquelos fue una persona real. Ciertos indicios parecen militar en favor de una paternidad colectiva, en particular las afirmaciones contradictorias del Talmud babilónico y del de Jerusalén. Según Schiller-Szinessy, Onquelos sería sin embargo un personaje histórico que habría vivido a comienzos del siglo II d.C. El problema sigue en pie.

Escrito en arameo palestino, esta obra parece haber recibido su forma definitiva en Babilonia alrededor del siglo IV. Su autoridad fue grande entre los judíos, si se juzga por las frecuentes citas que se hallan en el Talmud. Publicado en Bolonia por primera vez en 1482; A. Berliner publicó una edición crítica (Berlín, 1884).

  • (b) El de Jonatán ben Uziel, que incluye los profetas y los libros históricos; es probablemente más antiguo que el de Onquelos y se atribuye al mejor de los ochenta discípulos de Hillel (Talmud). Sin embargo, su autenticidad es dudosa. Del hecho que utiliza el Targum de Onquelos para las citas del Pentateuco, se puede estimar que recibió su forma definitiva en Babilonia a mediados del siglo IV. Este targum ha gozado de gran autoridad en el seno del judaísmo. Fue impreso en 1517 en la Biblia del Rabinato.
  • (c) Un targum samaritano del Pentateuco, en dialecto arameo samaritano, con términos bárbaros, y del que faltan muchos capítulos (siglo VI).
  • (d) El Pseudo-Jonatán, sobre el Pentateuco, que tiene dos recensiones: el targum yerusalmi I (con el Pentateuco completo), probablemente del siglo VII, y el targum yerusalmi II, muy incompleto. Impreso en Venecia en 1591.
  • (e) El targum de José el Ciego (o el Tuerto), sobre los Hagiógrafos (Job, Salmos, Proverbios). Probablemente una manipulación del texto siríaco de la Peschitto para Proverbios, una trad. del heb. para ciertos salmos, y una paráfrasis para otros. De origen relativamente reciente.
  • (f) El targum de los Cinco Megilloth (rollos), comprendiendo Rut, Ester, Eclesiastés, Cantar de los Cantares y Lamentaciones. Se poseen varias copias diferentes. Estos targumes no tienen demasiado valor. El de Ester incluye muchas adiciones legendarias. Fecha: de los siglos XII a XIV. Impreso por primera vez en la Biblia del Rabinato en 1517.
  • (g) El targum de las Crónicas, descubierto sólo en el siglo XVII en la biblioteca de Erfurt, donde había quedado dentro de un ms. Impreso en el año 1680 y editado por Wilkins, en Cambridge, en 1715.
  • (h), (I), (J) Tres targumes sobre Ester.
  • (l) Un targum de Jerusalén sobre los profetas, conocido sólo por una nota marginal del ms. 154 de Kennicot.

Un descubrimiento bastante reciente (1956) ha sido el del targum Neofiti, sobre el Pentateuco, una versión mayormente literal, aunque presenta numerosas paráfrasis al texto original. Su gran importancia radica en el hecho de que procede del siglo I o II d.C., y que su arameo es el de Galilea de tiempos del Señor.

El valor de la literatura targúmica. A pesar de la gran libertad de interpretación, los targumes, especialmente los de mayor antigüedad, y muy especialmente el Neofiti, tienen un gran interés en cuanto al conocimiento de los problemas teológicos de los judíos desde el siglo I a.C. al siglo II d.C.: la preexistencia de la Torá, la Angeología, el juicio, la resurrección y cuestiones mesiánicas. El targum de Jonatán ben Uziel, indudablemente el más mesiánico de todos, no presenta a Moisés sólo bajo el aspecto de un caudillo militar y victorioso, sino que también lo concibe bajo el aspecto del hombre de dolores que deberá pasar por la muerte, y precursor del hijo glorioso de David.

Basados en una tradición oral que, según los targumes, se remonta a un período variable entre el siglo II a.C. y el II d.C., no parecen poder aportar nada de utilidad a la crítica del texto masorético. Se trata de versiones arameas frecuentemente defectuosas en las que el texto no se presenta más que en raras ocasiones como una transcripción en el sentido clásico del término. Por lo general, los targumes son paráfrasis, a excepción de la mayor parte del de Onquelos y de buena parte del Neofiti. Así, no son de gran valor como testigos de la exactitud del texto heb. del AT. (Véase TEXTO Y VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA.)

Bibliografía:

Thomson, J. E. H.: «Targum», en ISBE, vol. V, PP. 2910-2914 (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, 1946);

Díez Macho, A.: «Biblia vi, 4», en GER, vol. 4, PP. 174-176 (Rialp, Madrid, 1971).


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