Además de las tentaciones generales a las que se alude en Hebreos (He. 4:15), hubo tres tentaciones especiales y tipológicas a las que el Señor Jesús se vio sometido (Mt. 4:1-11; Mr. 1:12-13; Lc. 4:1-13). Las afrontó como hombre dependiente de Dios, apoyado en Su palabra, y ante ello Satanás no tuvo respuesta. El hecho de que el Señor confrontó a Satanás en la relación que tenía como hombre con Israel y con los otros hombres, queda confirmado efectivamente porque las tentaciones se omiten en el Evangelio de Juan, donde el Señor es contemplado de una manera primordial en su carácter de Hijo de Dios: Dios no puede ser tentado del mal (Stg. 1:13).

  • A. La primera tentación tenía como objeto intentar que abandonara el camino de dependencia. Hacer pan de las piedras para satisfacer Su hambre hubiera significado que dejaba de esperar en Dios; el verdadero camino del hombre es vivir de toda palabra de Dios, depender de Él en todas las circunstancias. La primera tentación es notable al hacerse patente que Satanás sabía a quién se estaba dirigiendo (cfr. Mt. 4:3).
  • B. La segunda tentación fue la de poner a prueba la fidelidad de Dios a Su palabra pretendiendo que Cristo se arrojara desde una gran altura, apelando a la promesa de que los ángeles lo sostendrían. Satanás citó este pasaje, pero omitiendo la importante sección de que los ángeles le guardarían «en todos Sus caminos» (Sal. 91:11, 12). La tentación era a que abandonara Su camino, lo que hubiera sido poner a Dios a prueba, tentarlo (Mt. 4:7).
  • C. La tercera tentación fue ofrecer al Señor toda la gloria de este mundo, si adoraba a Satanás. En ello mismo se descubrió como el Adversario. Cristo le respondió que sólo Dios debe ser adorado, y ordena a Satanás que se vaya. Todos los reinos de este mundo serán de Cristo en el tiempo que Dios ha señalado, y Cristo espera hasta entonces. Sin embargo, ¡cuántos hombres han dado su adoración a Satanás, de una manera u otra, para conseguir migajas de gloria o posesiones mundanas!

Se debe señalar que el Señor, al responder a Satanás, cita en cada ocasión del libro de Deuteronomio, en el que Israel es contemplado como a punto de entrar en la Tierra Prometida. Esta misma arma está a disposición del cristiano. La Palabra de Dios recibe el nombre de «Espada del Espíritu» (Ef. 6:17). También se ordena: «Resistid al diablo, y huirá de vosotros» (Stg. 4:7). En el Evangelio de Lucas las tentaciones están dispuestas en orden moral, siendo la segunda tentación de Mateo la última en Lucas.

Bibliografía:

Chafer, L. S.: «Teología Sistemática» (Publicaciones Españolas, Dalton, Georgia, 1974);

Kelly, W.: «Christ tempted and sympathizing», en The Bible Treasury, oct. 1894/feb. 1895 (H. L. Heijkoop, Winschoten, Holanda, reimpr. 1969);

Kelly, W.: «Lectures on the Gospels» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpr. 1970);

Lacueva, F.: «La Persona y la Obra de Jesucristo» (Clíe, Terrassa, 1979).


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