Es la más antigua de las epístolas del apóstol Pablo, que estaba con Silvano (Silas) y Timoteo cuando la dirigió a la iglesia en Tesalónica. Pablo había fundado esta iglesia en el curso de su viaje misionero. Los judíos, irritados, echaron al apóstol de Tesalónica; entonces, él se dirigió desde allí a Berea, y a continuación a Atenas (véase PABLO). La epístola contiene alusiones a los incidentes en Tesalónica (1 Ts. 2). Afirma también que Timoteo fue enviado por Pablo desde Atenas a Tesalónica para alentar a los cristianos perseguidos (1 Ts. 3:13). Timoteo dio noticias a Pablo de la firmeza que tenían. En Hch. 18:5 se nos dice que Silas y Timoteo se reunieron con el apóstol en Corinto, desde donde escribió la primera a los Tesalonicenses, probablemente en el año 50 ó 51 d.C. Las alusiones de la epístola a las experiencias de Pablo en Tesalónica, la preocupación de los tesalonicenses acerca de sus hermanos que habían muerto, así como el carácter práctico de la epístola, confirman esta fecha.

  • (A) Circunstancias motivadoras de la epístola:
    • (1) Tendencia de los tesalonicenses a descuidar el trabajo cotidiano, posiblemente con el argumento de que, si el Señor iba a venir pronto, no valía la pena llevar a cabo los deberes habituales para la subsistencia. Debilidad en el plano moral.
    • (2) Perplejidad acerca de los que habían muerto. Los tesalonicenses temían que éstos no tuvieran parte ya en el glorioso reinado que Cristo iba a establecer en Su venida.
    • (3) Problemas en el ejercicio de los dones espirituales, particurmente la profecía.
  • (B) Análisis de la epístola.
    • (1) El apóstol rinde homenaje al fervor, paciencia e influencia de los cristianos en Tesalónica (1 Ts. 1).
    • (2) Les recuerda que él ha actuado con perfecta rectitud con respecto a ellos y que no ha sido carga para nadie. Alaba la valentía de ellos en medio de las persecuciones (1 Ts. 2).
    • (3) Gozo de Pablo al saber las buenas nuevas que Timoteo le trae de Tesalónica (1 Ts. 3).
    • (4) Instrucciones particulares (1 Ts. 4:1-5:24):
      • (a) Necesidad de la pureza (1 Ts. 4:3-8).
      • (b) Exhortación al amor fraternal y al trabajo (1 Ts. 4:9-12).
      • (c) Cuando el Señor venga, los creyentes ya muertos resucitarán en primer lugar; los creyentes vivientes serán luego transformados, y todos juntos serán arrebatados al encuentro del Señor en el aire (1 Ts. 4:13, 18; cfr. 1 Co. 15:51-53).
      • (d) Necesidad de velar y ser sobrios (1 Ts. 5:1-11).
      • (e) El apóstol recomienda el respeto hacia los hermanos conductores de la grey, el bien hacer, el ejercicio de los dones espirituales, la práctica de todas las virtudes cristianas (1 Ts. 5:12-24).
    • (5) Despedida (1 Ts. 5:25-28). Esta epístola revela de una manera notable los problemas afrontados por una iglesia formada de recientes conversos, surgidos, en su mayor parte, del paganismo; muestra asimismo la grandeza y sabiduría del apóstol. (Véase ARREBATAMIENTO.)

2 ª Epístola

(B) Origen. Pablo la escribió en Corinto, al igual que la primera, y pocos meses después de ella, probablemente en el año 51. El apóstol estaba nuevamente acompañado por Silvano (Silas) y Timoteo (2 Ts. 1:1). Esta carta es, especialmente, una advertencia en contra de ideas erróneas en cuanto a la Segunda Venida del Señor (2 Ts. 2). Nuevamente, Pablo les recomienda reprender y señalar a los holgazanes (2 Ts. 3:6-12). En la primera epístola se expone la relación de la Segunda Venida con los creyentes; la segunda revela lo que les sucederá a los pecadores (2 Ts. 1:5-10). Después Pablo ruega a los tesalonicenses que no se dejen llevar por el pensamiento de que «el día del Señor ha llegado» (2 Ts. 2:2). A este respecto, se debe señalar la desafortunada y errónea traducción que ha exhibido la Reina-Valera en este pasaje, incluyendo la revisión 1960, y que ha sido felizmente corregida en la revisión 1977. En efecto, la errónea traducción, «no os dejéis mover fácilmente... en el sentido de que el día del Señor está cerca»:

(A) hace injusticia al texto gr., por cuanto lo que se intima aquí es a resistir las erróneas enseñanzas de que «el día del Señor ha llegado». Tales enseñanzas angustiaban a los cristianos, que pensaban por ello que estaban viviendo los días de la retribución divina sobre la tierra (véase TRIBULACIÓN [GRAN]).

(B) Hace injusticia a la enseñanza del NT de la inminencia de la venida del Señor, que debe ser la esperanza real y constante de cada generación de cristianos. (cfr. W. E. Vine: «Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento», Clíe, Terrassa, 1984, vol. 1, p. 32, bajo artículo ACERCAR, CERCA, CERCANO, b, 3, nota [21). Se debe recordar, y Pablo lo recuerda a los tesalonicenses, que la Parusía debe ir precedida por la apostasía, predicha por el mismo Señor (cfr. Mt. 24:9-12) y por Pablo (Hch. 20:29, 30; Ro. 16:17-20; 2 Co. 11:13-45; 1 Ti. 4:1), y por la manifestación del Inicuo (2 Ts. 2:3, 4; Dn. 7:25; 11:36; 1 Jn. 2:18). (Véase ANTICRISTO.) El Señor lo destruirá cuando vuelva en gloria. Pablo recuerda a los tesalonicenses que él ya les decía todas estas cosas cuando estaba con ellos (2 Ts. 2:5).

La posición de que la visión escatológica de Segunda Tesalonicenses es incompatible con la Primera Epístola carece de base. Se asume para ello que, así como en la primera el creyente es exhortado a esperar la venida del Señor velando, porque el día del Señor vendrá de improviso, en la segunda se afirma una secuencia de eventos (cfr. 2 Ts. 2:12 con 1 Ts. 5:1-11). Pero no hay contradicción alguna. Es evidente que el arrebatamiento de los creyentes (1 Ts. 4:17) es anterior a la venida del Señor (véase discusión de los diversos puntos de vista en TRIBULACIÓN [GRAN].) El encuentro de los creyentes con el Señor tiene lugar en el aire (1 Ts. 4:17). Cuando el Señor viene para juzgar, lo hace acompañado de Sus santos (1 Ts. 3:13). Entre el arrebatamiento de los santos en 1 Ts. 4:13-18 para encontrarse con el Señor en el aire hasta la Segunda Venida del Señor a la tierra hay el intervalo en el que se manifiestan la apostasía y el hombre de pecado (2 Ts. 2:1-12). Es por ello que los cristianos no debían pensar que el día del Señor había llegado ya. Este día no tomará a los cristianos de improviso (1 Ts. 4:8), sino que estarán con Cristo en el día de Su glorificación (1 Ts. 4:9-10; 2 Ts. 1:10; 2:13-17).

(b) Plan de Segunda Tesalonicenses.

(1) Acción de gracias por la entereza de la fe de estos nuevos convertidos. El Señor, en Su Segunda Venida, dará a todos una justa retribución (2 Ts. 1:1-12).

(2) Exhortación a no dejarse inducir a error en cuanto a la fecha de la venida del Señor a la tierra. Descripción de la apostasía y del hombre de pecado que precederán la venida del Señor (2 Ts. 2:1-12).

(3) Pablo se regocija de la elección y de la fidelidad de los tesalonicenses (2 Ts. 2:13-17).

(4) Últimas exhortaciones: la intercesión; necesidad de alejarse de aquellos que viven desordenadamente; el trabajo cotidiano; la autoridad del apóstol (2 Ts. 3). El apóstol había puesto a los tesalonicenses en guardia (2 Ts. 2:2) contra una carta pretendidamente suya; añade, al concluir, que todas sus cartas van provistas de su firma personal (2 Ts. 3:17).

Se puede constatar que desde el origen de la Iglesia, las cartas de Pablo y sus enseñanzas orales tenían la misma autoridad. Sus declaraciones en cuanto a la apostasía y al hombre de pecado han suscitado diversas interpretaciones. Sin embargo, de la misma naturaleza del concepto apostasía es evidente que tendrá lugar en el seno de la cristiandad profesante; su punto culminante será la aparición de un Anticristo personal, el hombre de pecado. «Quien al presente lo detiene» (2 Ts. 2 7) en masculino se refiere a una agencia personal; en el v. 6, en cambio, el artículo es neutro, lo que por tanto es una agencia impersonal. Sin embargo es evidente que ambos versículos 6 y 7 tienen una estrecha relación. Se ha sugerido que esta agencia retenedora impersonal es el poder civil, el gobierno humano, pero es una solución que dista mucho de ser satisfactoria. En realidad muchos gobiernos humanos, más que impedir este estado de cosas, lo han prefigurado (cfr. Nabucodonosor, Dn. 3; Darío, Dn. 6; los honores divinos dados a los emperadores romanos, etc.). Es evidente que se trata: 

(a) de la acción anticorruptora del conjunto de los creyentes en la tierra, que, mientras están aquí, actúan como sal, impidiendo que la corrupción se manifieste plenamente (cfr. Mt. 5:13);

(b) por la residencia del Espíritu Santo en ellos (cfr. Jn. 14:16-17, etc.). Así se explica esta doble mención, impersonal (2 Ts. 2:6) y personal (2 Ts. 2:7); la acción retenedora es:

(i) la de la Iglesia creyente,

(ii) energizada y dirigida en su testimonio por el Espíritu Santo.

Cuando la Iglesia sea arrebatada (1 Ts. 4:13-18) será «quitado de en medio» (2 Ts. 2:8) aquello y Aquel que impide la manifestación del Inicuo (v.8).

(C) Autenticidad.

Las pruebas externas e internas son muy fuertes.

La Primera Epístola está incluida en la Vetus Latina. Figura en el fragmento de Muratori. Ireneo la cita, atribuyéndola a Pablo y designándola como la primera epístola dirigida a la iglesia en Tesalónica. Clemente de Alejandría la cita igualmente y la atribuye a Pablo. Tertuliano la llama Epístola a los Tesalonicenses. «Las pruebas internas son igualmente convincentes. Las menciones personales son inexplicables si no son de Pablo. Las diferencias con el relato de Hechos indican la dualidad de autores, pero no pueden llevar a dudar de la autenticidad de la epístola. Por ella y por los testimonios de primera mano podemos llegar a conocer qué clase de hombre era Pablo y qué género de cartas escribía» (Manley: «Nouveau Manuel de la Bible», p. 377).

Con respecto a la Segunda Epístola, es mencionada por Marción, el fragmento de Muratori e Ireneo; además, parece que había sido conocida por Policarpo, Ignacio y Justino. Estaba ya universalmente aceptada en el año 200.

Bibliografía:

Hubbard, D.: «1 y 2 Tesalonicenses», en Comentario Bíblico Moody-Nuevo Testamento (Ed. Moody, Chicago, 1965); 

Kelly, W.: «Lectures introductory to the study of the Epistles of Paul the Apostle» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpr. 1970);

Morris, L.: «Las cartas a los Tesalonicenses» (Ed. Certeza, Buenos Aires, 1976);

Ryrie, C. C.: «Primera y Segunda Tesalonicenses» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1980).


Elija otra letra: