El término heb. más frecuente, «sir», significa recipiente, grande o pequeño (2 R. 4:38), de tierra o de metal (Éx. 38:3), para muy diversos usos, como para cocer la carne (Éx. 16:3; 2 Cr. 35:13; Jb. 41:22; Ez. 24:3-5); también había recipientes para lavarse (Sal. 60:8) y para afinar metales (Pr. 27:21).

El término «dud» designaba indudablemente un recipiente análogo (Jb. 41:11; 1 S. 2:14; 2 Cr. 35:13), o una olla. Éste es asimismo el sentido aproximado de «kalahath»: crisol, olla, caldero (1 S. 2:14; Mi. 3:3).

El agua que se necesitaba en las casas se guardaba en vasijas de piedra, jarras de gres u otros materiales (Jn. 2:6; cfr. Odisea 13:105), que también podían usarse para otros líquidos y sólidos. Una vasija de barro cocido, que por lo general tenía dos asas, servía para sacar agua del pozo y para llevarla del pozo o de la fuente hasta casa (cfr. Ec. 12:8). Por lo general, eran las mujeres las que iban a buscar el agua para la casa; llevaban las vasijas sobre la cabeza o la espalda (Gn. 24:13, 15, 16; Jn. 4:28); los hombres las llevaban ocasionalmente (Mr. 14:13). El vino se conservaba en vasijas de tierra (Herodoto 3:6), que eran frecuentemente de grandes dimensiones (Odisea 2:340). También se guardaban en ellas el aceite o la harina de cocinar (1 R. 17:12).


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