(lat.: «de uso universal»).

Éste es el nombre que por lo general se da a la versión latina de las Escrituras, significando que es la comúnmente recibida; es la versión oficial y acreditada por la Iglesia de Roma. Había una versión latina anterior. Pablo manifestaba en su Epístola a los Romanos que había sido su deseo visitarlos desde hacía «muchos años» (Ro. 15:23). Es por ello bien posible que ya en este lapso de tiempo los creyentes en Roma se hubieran procurado copias del AT en latín, y de los escritos del NT conforme se iban redactando los Evangelios y las Epístolas.

Jerónimo (346-420) y Agustín de Hipona (350-430) dan evidencia de que en el siglo IV había una gran variedad de versiones latinas, aunque modernamente se acepta que muchas de ellas pueden provenir de alguna recensión desconocida. En cuanto al AT, estas versiones fueron traducidas de la LXX.

Agustín menciona, sin embargo, que una de estas versiones destacaba de las demás por su claridad y fidelidad, distinguiéndola por el nombre de Itala. Ello ha conducido a asociar los más antiguos códices latinos con Italia, donde ya en los días de los apóstoles había ciertas asambleas (Hch. 28:13-15; He. 13:24).

Otros, al comparar las copias más antiguas con los escritos de algunos Padres latinos, están persuadidos de que la traducción primitiva al latín tuvo lugar en África. Esta opinión fue aceptada por Lachmann, Tischendorf, Davidson y Tregelles. Cabe la posibilidad de que hubiera versiones llevadas a cabo en ambos lugares.

Los principales mss. que citan los críticos textuales como anteriores a la época de Jerónimo reciben el nombre de Vetus Latina, representada, por lo que parece, por la línea europea, o Ítala, y por la africana, y son:

  • (a) Cod. «Vercellensis». Contiene los Evangelios. Siglo IV.
  • (b) Cod. «Veronensis». Los Evangelios. Algo posterior a (a), es una buena muestra de la Vetus Latina.
  • (c) Cod. «Colbertinus». Todo el NT, pero sólo los Evangelios son de la Vetus Latina. Siglo XI.
  • (d) Cod. «Bezae». Las secciones latinas de los Evangelios y Hechos. Siglos VI o VII.
  • (e) Cod. «Claromontanus». Las Epístolas de Pablo. Siglos VI o VII.
  • (f) Cod. «Palatinus». Los Evangelios. Siglos IV o V. Texto mixto.
  • (g) Cod. «Laudianus». Los Hechos del Codex E griego.
  • (h) Cod. «Sangermanensis». Las epístolas de Pablo. El texto latino del Codex E griego, pero se considera que es una copia de (d).
  • (i) Cod. «Boernerianus». Epístolas de Pablo. El texto interlineal latino del Codex G griego. Siglos IX o X.
  • (j) Cod. «Claromontanus». Los Evangelios. Pero sólo Mateo en la versión de la Vetus Latina. Siglos IV o V.
  • (k) Codex «Bobbiensis». Secciones de Mateo y Marcos. Es considerado por algunas autoridades como el representante más antiguo del tipo africano. Siglos IV o V.
  • (l) De un «speculum», una destacada obra antigua. Contiene unos textos del AT y del NT, sin notas ni comentarios, ordenados bajo unos encabezamientos doctrinales. Este texto es considerado africano en contraste con el itálico. Contiene dos veces 1 Jn. 5:7, conocido como «los testigos celestiales». Siglos VI o VII.

Existen muchas otras porciones, habiendo dificultad en adscribirlas a África, a Italia o a Europa. Hay también ejemplares españoles de la Vetus Latina.

Habiéndose multiplicado mucho las copias latinas en el siglo IV, y apareciendo evidentes corrupciones en algunas de ellas, se hizo patente que era necesario llevar a cabo una revisión y uniformización, y Dámaso, obispo de Roma, encargó a Jerónimo esta tarea. Jerónimo, consciente de las dificultades que iba a tener que afrontar, y los prejuicios que tal obra suscitaría, era, sin embargo, consciente de su necesidad. Afirma que había errores «por falsas transcripciones, por burdas correcciones, y por negligentes interpolaciones». Estos males sólo podrían remediarse volviendo a los originales.

Siendo que los defectos afectaban mayormente a los Evangelios, se dedicó primero a ellos, aunque no volviéndolos a traducir, sino revisando la Vetus Latina. Su revisión de los Evangelios apareció el año 384, con un prefacio a Dámaso, que murió aquel mismo año. Es probable que finalizara el NT el 385. Su versión del AT fue hecha directamente del hebreo, excepto los Salmos, que tradujo de la LXX.

En los 400 años siguientes fueron otra vez introduciéndose errores con la multiplicación de las copias, hasta que Carlomagno buscó remedio a ello encargando a Alcuin la revisión del texto para la lectura pública. Esta revisión salió a la luz en el año 802, y recibe el nombre de Biblia de Carlomagno. Sin embargo, las copias seguían multiplicándose, y con ellas los errores. Al llegar la invención de la imprenta, se publicaron varias ediciones, con divergencias entre ellas. Al final, los papas emprendieron la tarea de preparar una edición correcta, que fue finalizada por Sixto V en 1590; sin embargo, el resultado no fue muy satisfactorio, por lo que se llevaron a cabo otras revisiones. En 1592 Clemente VIII publicó una, en 1593 otra, y una tercera en 1598, con una lista de erratas para las tres. Las copias modernas llevan la fecha de 1592. Al dar la Vulgata como autoridad para las varias lecturas del NT, las ediciones impresas no son citadas con frecuencia, sino los mss. aún existentes de la revisión de Jerónimo. Los principales son:

am. Cod. «Amitianus», conteniendo toda la Biblia. Siglo VI.

fuld. Cod. «Fuldensis». El NT. Siglo VI.

tol. Cod. «Toletanus». Toda la Biblia en letras góticas.

for. Cod. «Forojuliensis». Partes de los Evangelios.

per. Fragmentos de Lucas.

harl. Cod «Harleian». Los Evangelios. Siglo VII.

Existen además porciones y fragmentos de muchos otros.

El pasaje de Jn. 7:53-8:11, «la mujer tomada en acto de adulterio» (que aparece omitido ea muchos mss. griegos, incluyendo A B C L T X Delta, pero habiendo un espacio en blanco en L y Delta) se halla en los Códices (c) y (e) de la Vetus Latina, y se hallaba en el (b), pero fue borrado. Ello ilustra cómo la Vetus Latina, preservada en la Vulgata, puede ser el medio de autenticar lecturas verdaderas que de otra manera quedarían rechazadas debido a la supuesta preponderancia (en importancia, no en cantidad) de mss. griegos en contra de ellas. Agustín (354-430) y Nicon (siglo X) explican que este pasaje fue omitido porque se opinaba «que daba licencia a pecar» (!).

El texto de la Vulgata, y de la Vetus Latina detrás de él, tiene, como testigo, una gran importancia en estudios de crítica textual, como otras antiguas versiones, además de su gran papel ea la transmisión de la Palabra de Dios en el mundo latino del pasado. Por ello tiene, además de un gran interés para la crítica, también un gran interés como legado histórico.

Véase VERSIONES ANTIGUAS.

Bibliografía:

S. Berger: «Histoire de la Vulgate», París, 1893;

Germain Morin: «Études, textes, découvertes. Contributions á la littérature et à l'histoire des douxe premiers siècles», en Anécdota Maredsolana, Maredsous, 1913;

Jean Gribomont: Artículo «Vulgata», en Enciclopedia de la Biblia, Ed. Garriga, Barcelona, 1963.

 


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