¿Tú me amas?

Pedro traiciona a Jesús. Comete el pecado sobre el que el Señor había advertido que quien lo cometiera sería negado ante el Padre. Entiendan, lo que Pedro hizo no fue poca cosa. Sus acciones tuvieron consecuencias eternas muy graves. Para colmo, se convirtió en el apóstol que más traicionó a Cristo: si Judas lo hizo una vez, Pedro traicionó tres veces.

Sí, el pozo al que Pedro se arrojó era profundo. Si el pescador estuviera hoy en una de nuestras iglesias, no es difícil imaginar lo que le ocurriría. Rechazo colectivo. Susurros por las esquinas. Disciplina eclesiástica. Humillación pública. Prohibición de ocupar cargos. Memes de Internet. Notas en sitios de chismes evangélicos. Apedreamiento en las redes sociales. Escándalo. No lo niegues, sabes que así actuamos con nuestros pecadores de turno.

Así es como actuamos, pero Jesús, no.

Para Jesús, todo se resuelve con el concepto más importante de todo el evangelio: "¿Me amas?".

Sí, la solución, para Cristo, es el amor. El amor que genera el arrepentimiento sincero, el cambio de rumbo, la restauración, la renovación y un nuevo comienzo. Fue el amor el que cubrió la multitud de pecados de Pedro. No fue la exposición pública, el libertinaje de los santos jueces, la lapidación de los justos inertes, una nota pública de repudio, la presión de los moralistas. Nada de eso, sino el amor.

"¿Me amas?" es una bofetada para los hermanos mayores del hijo pródigo, ávidos de justificación, sedientos del cumplimiento de una moral que ellos mismos nunca podrán cumplir -y sin embargo no salen de internet, púlpitos y congresos desfilando rosarios de lecciones. Cuando todo lo que Cristo exige es amor. Amor vivo, transformador y sacrificado. Eso convierte a los apologistas groseros en hombres mansos, a los pastores abusivos en amigos restauradores, a los teólogos palabreros en hermanos edificantes, a los líderes vanos en hombres que priorizan el rebaño sobre sus intereses personales y familiares. El amor que lo cambia todo, seca los pies del Maestro con pelo y redefine el viaje.

Muchos rechazan el amor como solución a los males de este mundo. O no han entendido el amor bíblico o son incapaces de amar. Afortunadamente, para estos y todos los demás pecadores que somos, queda una esperanza: que Jesús nos pregunte una y sólo una cosa: "¿Me amas?"

Paz a todos los que están en Cristo,

Maurício Zágari.