Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

El apóstol ahora emplea una figura diferente para sacar a relucir otro pensamiento estrechamente relacionado con su presente discurso. Los miembros de la congregación pecan contra sus maestros así como contra Dios si los estiman de acuerdo con la demostración de talento y habilidad externos. Porque los maestros son colaboradores de Dios; se emplean en la tarea que les encomendó el Señor de edificar su templo espiritual; y son compañeros en esta obra, no rivales; están trabajando juntos para el mismo fin.

Nótese que el servicio del ministerio se llama trabajo, que requiere trabajo, si ha de realizarse correctamente. Por otro lado, los oyentes, los miembros de la congregación, son el campo de labranza de Dios, un campo sembrado con la semilla de la Palabra de Dios a través del trabajo de estos ministros. Y para acentuar la idea de la comunión espiritual que se da entre los creyentes, y de la mutua adaptación de todas las partes, Pablo las llama edificio de Dios, templo del Señor, en el cual la Divinidad Trina quiere habitar.

El apóstol ahora saca a relucir la responsabilidad individual: Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, como perito arquitecto, como jefe de máquinas que sabe lo que hace, yo puse el fundamento, pero otro edifica encima. Tenga en cuenta que la gracia de Dios se coloca en primer plano; Pablo da a entender que sin ella la obra no podría haberse intentado ni llevado al estado actual. La gracia de Dios es la verdadera fuerza motriz de la obra de la Iglesia en todo momento.

Y Pablo sabe que por esta gracia su obra fue sabiamente hecha; él había puesto un fundamento. Pablo no era poseedor de un solo don de la gracia, por el cual hubiera podido servir en una sola capacidad en la Iglesia, como exhortador o como pastor solamente, sino que había sido dotado de tales talentos que lo hacían un agente directivo: tenía gran capacidad ejecutiva, era un predicador contundente, poseía gran tacto para abordar casos difíciles, podía adaptarse a una gran variedad de condiciones con gran prontitud.

Por eso la gracia del Señor lo había elegido para fundar tantas de las primeras congregaciones, como la de Corinto. Sobre su fundamento, la base que él había puesto, otro levantaría el edificio. Ese fue el resultado inevitable en Corinto y en otros lugares. Hasta el fin de los tiempos los ministros cristianos, por la predicación del Evangelio, van edificando el templo de Dios sobre el fundamento de los apóstoles y profetas.

Y la advertencia de Pablo es siempre oportuna: Pero cada uno mire cómo sobreedifica, cómo procura edificar el templo del Señor. Un mero celo por el Señor, una mera avidez por el trabajo, no es suficiente para determinar el método del ministerio de Cristo. El obrero menor debe seguir las instrucciones del maestro de obras, las líneas claramente establecidas, y debe usar material adecuado. Si la enseñanza de cualquier predicador cristiano no está de acuerdo con la doctrina de Jesucristo y los apóstoles, especialmente si lleva a la justificación por las obras y así, bajo el nombre de fe, hace falsos cristianos y santos por las obras, como escribe Lutero, entonces los métodos deben ser condenados absolutamente.

Porque, como declara solemnemente el apóstol: Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo, v. 11. salvación, un camino al cielo diferente al de Cristo, quien es el único Camino, entonces son viles engañadores, tratando de poner otro fundamento en oposición al único existente, que es Jesucristo.

Este fundamento lo puso Dios desde la eternidad, cuando destinó a su Hijo para que fuera la piedra angular y fundamento de la gran Iglesia, templo espiritual dedicado a la Santísima Trinidad, y este fundamento permanecerá como único fundamento, a pesar de todas las los esfuerzos de los enemigos para derrocarlo. Como dice Lutero: "He experimentado y notado en todas las historias de toda la cristiandad que todos aquellos que tenían y mantuvieron correctamente el artículo principal de Jesucristo, permanecieron bien y seguros en la verdadera fe cristiana.

Y aunque pueden haber errado y pecado de otra manera, finalmente fueron preservados. Porque el que en esto se mantiene correcto y firme en que Jesucristo es verdadero Dios y hombre, que murió por nosotros y resucitó, para él todos los demás artículos se alinearán y permanecerán firmemente a su lado, tan completamente seguro de que es lo que dice S. Pablo dice: Cristo es el bien supremo, la base, el fundamento y todo en uno".

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