Y la mano del Señor estaba con ellos; y un gran número creyó y se convirtió al Señor.

Lucas aquí se refiere una vez más a la dispersión de los discípulos que siguió a la ejecución de Esteban, cap. 8:1. Se dispersaron a causa de la tribulación de la persecución que sucedió alrededor de Esteban, y en la cual estaban involucrados los miembros de la congregación en general. Algunos de los discípulos en ese tiempo viajaron a través del país a Fenicia, el país al norte de Galilea, a lo largo del Mar Mediterráneo, cuyas antiguas capitales habían sido Tiro y Sidón.

Otros cruzaron a la isla de Chipre, que se encuentra en la parte oriental del Mediterráneo. Y aún otros viajaron hasta Antioquía, una ciudad en el norte de Siria, en el Orontes. Era una ciudad hermosa y un importante centro comercial a través de su puerto Seleucia, famosa por su arte y literatura, pero tristemente célebre por su lujo y los vicios concomitantes. "La calidez del clima predisponía a los nativos al disfrute más destemplado de la tranquilidad y la opulencia; y el vivo libertinaje de los griegos se mezclaba con la blandura hereditaria de los sirios.

La moda era la única ley, el placer la única búsqueda, y el esplendor del vestido y los muebles era la única distinción de los ciudadanos de Antioquía. Se honraron las artes del lujo; las virtudes serias y varoniles eran objeto de burla; y el desprecio del pudor femenino y la Revelación desgarradora anunciaron la corrupción universal de la capital de Oriente. Al visitar estos diversos países y sus ciudades, los discípulos al principio limitaron su predicación a los judíos.

Todos ellos estaban trabajando bajo la desventaja del mismo prejuicio que los creyentes en Jerusalén. Pero algunos de estos hombres procedían de la isla de Chipre y de la provincia de Cirenaica, en el norte de África. Como judíos helenísticos, fueron, desde el principio, más liberales en sus puntos de vista y en su práctica que los judíos de Judea. Estos hombres, por lo tanto, hicieron un punto y un hábito de hablar la Palabra también a los griegos, a los gentiles de Antioquía, predicando el evangelio glorioso de Jesucristo.

Esto estaba actuando de acuerdo con la concepción correcta de la universalidad de la religión cristiana. La obra de Pedro en Cesarea había abierto el camino, pero la obra en Antioquía fue la primera invasión vigorosa del mundo gentil por las fuerzas del ejército del Señor. El Señor inmediatamente dio evidencia de Su completa sanción y satisfacción, porque Su mano estaba con estos hombres, Su poder acompañó sus esfuerzos, y un gran número de los griegos por fe se volvieron al Señor.

Nota: El Evangelio de Jesucristo es el medio para encender la fe en el corazón de los hombres. Por el Evangelio se engendra la fe; todo aquel que cree, por esa señal se convierte. Pero es la mano, el poder del Señor, que obra el arrepentimiento y la fe por la predicación de la Palabra, aun cuando ésta se haga por boca de discípulos ordinarios, hombres y mujeres que confiesan la convicción de su corazón.

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