No obstante, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si yo no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

Tanto tiempo ha estado Jesús con ellos como Guía y Protector; pero ahora ha llegado el momento de partir. Pero en lugar de provocar todo tipo de preguntas de su parte, el anuncio los ha aturdido con tristeza. El Señor ha cumplido la misión para la cual fue enviado y, por así decirlo, va a informar sobre un deber debidamente cumplido. Pero sus palabras acerca de su partida no encuentran interés por parte de los discípulos en cuanto a su bienestar futuro.

Su actitud tiene un fuerte sabor a egoísmo por la pérdida del Maestro y dolor por Su partida. Son insensibles al problema real involucrado. Y por lo tanto, Él les da la seguridad consoladora y alentadora de que Su partida es conveniente para ellos, que les beneficiará, que solo obtendrán beneficios de ella. Si Él permaneciera en medio de ellos con Su presencia corporal, entonces el otro evento mayor sería imposible: el Consolador no vendría.

El envío del Espíritu dependía del hecho de que Cristo entrara en la gloria de Su Padre según Su naturaleza humana. Como el exaltado Hijo del Hombre, Él tendría y haría uso del poder para enviarles el Consolador. "Este es el significado de estas palabras: si no me voy, es decir, si no muero y me aparto de esta esencia y vida corpóreas, nada se gana, pero vosotros quedáis donde estáis ahora, y todo quedará en el antiguo camino como era antes y todavía es: los judíos bajo la ley de Moisés, los paganos en su ceguera, todos bajo el pecado y la muerte, y nadie puede ser librado ni ser salvo.

Así ninguna escritura se cumpliría y yo habría venido en vano, y todo sería inútil, tanto lo que los santos padres antes de ustedes como ustedes mismos creían y esperaban. Pero si me voy y muero y llevo a cabo lo que Dios ha decidido en Su consejo realizar a través de Mí, entonces el Espíritu Santo vendrá a ustedes, y obrará en ustedes, y les dará tal valor que se convertirán en Mis oficiales y corregentes, cambien. el mundo entero, abrogad la ley o judería, destruid la idolatría pagana, y reprended y transformad al mundo entero, para que vuestra doctrina permanezca y penetre eternamente, aunque desagradará al diablo y al mundo entero.

Ese es el don y la gloria que les trae Mi partida. Nota: De estas palabras de Cristo parece que nosotros, los cristianos de la actualidad, nos beneficiamos más de la obra del Consolador, el Espíritu Santo, que los discípulos de la presencia personal y visible del Señor cuando moraba entre ellos en la forma de un sirviente.

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